Arco de Constantino. (agosto 2010) |
A la situación de terrible crisis económica como la que padecemos en la actualidad no fue
tampoco ajena la historia del Imperio romano,
en la que a periodos de bonanza le sucedieron otros de brutal decadencia. Este será el punto de partida para la entrada de hoy,
que quiero dedicar a mi amiga y colega, profesora de Arte en el instituto, pues
fue precisamente ella quien me la
sugirió durante nuestro último viaje a Roma el pasado mes de abril, mientras
nos explicaba con detalle el Arco de Constantino; este se alza imponente junto al Coliseo y quien lo desee admirar en su conjunto tendrá una excelente perspectiva si lo hace desde el balcón-mirador de la primera
planta del Anfiteatro Flavio, visión que
podrá completar a ras de suelo para
advertir los interesantes detalles. Pero
no adelantemos acontecimientos y empecemos nuestra historia ab
ovo y no in medias res, es decir,
por el principio y no por la mitad.
En la mentalidad romana el arco llegó a cobrar tal
importancia que se convirtió en un monumento en sí mismo, el “arco de triunfo”; es muy probable que la idea de construir un arco tenga su origen
en la tradición de celebrar un triunfo,
cuando después de una campaña o guerra victoriosa, se hacía desfilar
oficialmente al general vencedor con sus
tropas atravesando una puerta simbólica, una Porta Triumphalis como
aquella de la que nos hablan las fuentes antiguas que había en Roma, utilizada en ocasiones de cortejo triunfal
o para ceremonias de particular relevancia como en el caso de los funerales del
emperador Augusto, y que todavía hoy se
puede contemplar en uno de los relieves
de nuestro arco protagonista.
Relieve con la Porta Triumphalis (agosto 2010) |
A la simple estructura arqueada se le añadió con frecuencia
un aparato decorativo con columnas, arquitrabe y hasta un ático que serviría de
apoyo de trofeos y cuadrigas; este conjunto perfecto constituye el elemento
estético de este tipo de “arquitectura de propaganda”. De hecho, en época
imperial, todos los arcos del mundo romano incorporarán la decoración en
relieve como parte de un preciso programa propagandístico.
Son notabilísimos los ejemplos de arcos en el Foro romano: el Arco de Tito, soberbio ejemplo de un solo arco, construido en el 81 d.
C., que elogia las victorias del
emperador Tito sobre los judíos, y el Arco de Septimio Severo, un arco de tres
vanos erigido en el 203 d. C. para conmemorar las victorias militares de
Septimio Severo y sus hijos Caracalla y Geta contra los partos; este último
llegó a servir de inspiración para el
arco de Constantino que ahora nos ocupa.
Estas construcciones pétreas propias del arte triunfal
solían ser construidas ex novo, pero
en ocasiones se reutilizaron monumentos ya existentes cuya decoración
fue modificada para adecuarse al mensaje propagandístico que se quería
transmitir; es de suponer que las condiciones económicas de cada momento fueron
determinantes para la erección de un arco totalmente nuevo o, por el contrario,
para el reaprovechamiento de materiales anteriores expoliados de otros arcos,
como sucede en el caso del arco de Constantino. Averigüemos ahora que sucedió
con el protagonista de nuestra historia de hoy.
Desde el s. III d. C.,
el Imperio Romano había comenzado a debilitarse como consecuencia de una aguda
crisis política, agravada por los crecientes problemas económicos; al final de las grandes conquistas que
proporcionaban ricos botines y abundancia de esclavos se unió una disminución
del comercio y un aumento desorbitado de los impuestos. Todo ello provocó una
fuerte inflación, la moneda perdió todo su valor y el Estado se vio obligado a
cobrar tributos en especies y servicios; es posible afirmar que los problemas
económicos habrían comenzado en el s. II d. C. cuando mucha riqueza fue
invertida en monumentos públicos con el fin de ganar prestigio. El antiguo modelo económico del Imperio
Romano sufrió tan radical trasformación que se debilitaron incluso los
cimientos de la estructura de su, antes, poderoso Estado; la devastación de las provincias, la
fragmentación del Imperio Romano y la
pérdida de territorios donde el enemigo se instala de manera definitiva dañaron
irremediablemente la capacidad productora del Imperio. Si a eso unimos que la
anarquía militar mató la seguridad de las rutas marítimas y terrestres,
provocando, como consecuencia, una crisis en los transportes que acarreará una
doble parálisis en la actividad industrial y en la comercial, a la que se une
como coadyuvante la reaparición de la piratería. En medio de este desorden
general, de este desbarajuste universal que aumenta los gastos al tiempo que agota
los ingresos, cada vez más mermados, la crisis monetaria, ya antes sensible, no
hará más que acentuarse: una inflación
gigantesca que traerá consigo una subida desmesurada de los precios y una
especulación intensa en la que se llega a especular con todo.
De este modo, la economía de todo el Imperio entró en una
crisis tan profunda que podría ser catalogada de “crisis total” y de la que ya
no sería capaz de levantar cabeza hasta su hundimiento; este ambiente general
de calamidades y desgracias por doquier
quedan perfectamente reflejadas en las palabras del biógrafo del emperador
Galieno: “Jamás hubo menos esperanza de salvación”.
Asimismo, en medio de este contexto económico en declive, en el terreno político Constantino, quien en el 306 había sido proclamado
emperador en Britania por las tropas allí destacadas, hubo de librar durísimos combates con sus
rivales hasta que se hizo con el control de Roma y se aseguró
la posesión de todo el Occidente después de vencer a Majencio en la batalla del Ponte Milvio en el 312 d. C.;
su finalidad era reconstruir en provecho propio la unidad imperial. Precisamente el arco de Constantino fue
construido en honor a él en el 315 d. C para conmemorar esta batalla y para
honrar al propio emperador en sus Decenalia, la fiesta que celebraba sus diez años de
gobierno. Este arco de tres vanos, el central mayor y dos más pequeños flanqueándolo, con seguridad se trata de un
monumento más antiguo ; las últimas investigaciones demuestran que Constantino pudo haber tomado como punto de
partida un arco anterior, quizá uno de una sola puerta de la época Flavia, para
transformarlo y modificarlo en uno de tres, y que algunos de los
medallones de Adriano podrían formar
parte ya de ese monumento anterior.
El arco tiene tiene en
el ático una inscripción alusiva
al hecho histórico de su creación y la
mayor parte de sus materiales fue
saqueada de otros monumentos y arcos de diferentes lugares y épocas, en un
momento en que se habían ya agotado las canteras de mármol. Esto explica la dispar cantidad de elementos
decorativos de varia procedencia que podemos encontrar: en las
caras norte y sur las esculturas de prisioneros dacios fueron traídas del Foro de Trajano así como los
paneles también de la misma época
procedentes originariamente de la Basílica Ulpia; los ocho medallones de la época de Adriano
pudieran proceder de un templo dedicado a Antínoo, el joven discípulo y
favorito del emperador, con escenas de caza y sacrificios; los ocho relieves de Marco Aurelio que decoran el ático formaron
parte , probablemente, del Arco Panis
Aurei que en el Capitolio
conmemoraba las victorias de este
emperador sobre los germanos y en los que ¡el rostro fue retocado para hacer
que se pareciese a Constantino!
Queda por resolver la
pregunta de cuánto en el arco pertenece realmente a la época de Constantino; también aquí los expertos han hallado la
respuesta. El proyecto, que fue
concluido durante el mandato del emperador, seguía un plan único y muy preciso
y tenía un mensaje muy claro que proclamar: Constantino es el centro de la
historia del Imperio, convirtiéndose así a la vez en continuador y
renovador de sus predecesores. A su época pertenecen la decoración de los
pedestales, las enjutas de los arcos con Victorias aladas y deidades fluviales
y estacionales, los frisos que corren por encima de los arcos menores y a media
altura en los lados cortos, donde se narran episodios de la vida de
Constantino, entre ellos la victoria del Ponte Milvio con el emperador como protagonista, y los dos medallones de los lados cortos.
Toda esta amalgama de elementos diversos se distribuye, sin embargo, de una
manera armoniosa y cuidadosamente estudiada; así en el lado sur, orientado
hacia las afueras de la ciudad, se presentan episodios de guerra, mientras que
en el lado norte, hacia el Coliseo y el
centro de la ciudad, encontramos episodios de paz y escenas de vida pública.
El arco se
convierte de este modo en una brillante síntesis de la evolución del
relieve histórico romano que ilustra sus etapas más significativas; en palabras
de John Fleming, “El Arco de Constantino
casi podría haber sido diseñado para resistir como el epílogo de los seiscientos años de historia
del arte helenístico y romano”. Con el fin de situar los elementos citados,
recomiendo consultar este enlace:
Y, siguiendo en la línea de recomendaciones, no puedo dejar
de aconsejaros, amables lectores, la
visita a una página excelente, tanto por sus magníficas fotografías en detalle
como por sus textos, para ilustrar con todo lujo de detalles este arco y
gracias a la cual he podido refrescar mis recuerdos y disfrutar de toda su belleza:
Las profundas transformaciones que se sucedieron en los terrenos
de la política, de la economía y de la sociedad trajeron consigo también un
cambio de mentalidad y de estética; se abandonan, progresivamente a partir del período de la anarquía militar y claramente
ya en la época de Constantino, los elementos claves de la escultura clásica: el
canon, el ambiente y el paisaje; frente a la gradación de planos para sugerir
profundidad se recurre a un altorrelieve sin casi otros planos intermedios, a
la isocefalia, al drapeado simplificado
y esquemático, a las composiciones jerárquicas
y simétricas frente a la mayor complejidad y naturalismo de la época anterior.
Medallones de Adriano y Friso de Constantino (agosto 2010) |
A partir de ahora en el arte importa
más un simbolismo claro y fácilmente legible antes que la precisión y la
complejidad de épocas anteriores aunque esto suponga abandonar la belleza
formal, con lo que se abre paso a las
formas de representación medieval.
Magnífica lección de historia, economía y arte la que nos brindas hoy, querida y admirada profe de griego. Con muy poquitas palabras, pero muy bien escogidas has reflejado como se inicia la crisis económica del Bajo Imperio, como se produce la anarquía militar, y como Constantino el grande se impone a su rival, Milvio (con intercesión divina, jejeje) y para conmemorarlo, decide hacer un gran arco de triunfo, que simbolice su poder y autoridad, como hicieron los flavios y los severos, y Trajano con su columna, y hasta el mismisimo Augusto con su altar de la paz.
ResponderEliminarSabía que el Arco de Constantino tenía medallones y relieves reutilizados de otros monumentos anteriores, pero no que podía ser la ampliación de otro arco flavio; buscáre mas información. Siempre recuerdo a Cesar y Cleopatra pasando bajo ese arco en la película Cleopatra (no sé si fue por falta de información o porque quedaba grandioso).
Gran post, he disfrutado mucho leyendo y aprovecho, por si no coincidimos, en desearte lo mejor en estas fiestas y el próximo año, eso si hay vida después del 21-12. Abrazos.
Querido Paco, mucho me alegra saber que vosotros, mis amables lectores, desafiando la siempre excesiva longuitud de mis entradas, no os amilanáis ante su lectura y con vuestros comentarios me dejáis la prueba de que han sido de vuestro agrado; intento ser concisa, lo juro, pero en mi descargo esgrimo y hago mías las palabras del poeta Horacio: "Brevis esse laboro, obscurus fio", 'Me esfuerzo por ser breve y me vuelvo oscuro'. ¡Está visto que conmigo es imposible que funcionen Twitter y su límite de 140 caracteres!
EliminarJaja, y tienes toda la razón con esa victoria de Majencio gracias al "Deus ex machina"; habrá que dedicarle una entrada próximamente, teniendo en cuenta además que algún otro episodio bélico más hay por Roma con intervención divina. ¡Y pensar que si a alguna alumna en clase de Historia le preguntas por el Puente Milvio te responderá... que es el de los "candados del amor" que se popularizaron a raíz de la novela de Federico Moccia "Tengo ganas de ti"! "O tempora, o mores" que diría Cicerón.
Gracias, querido Paco, por pasarte siempre por esta ribera del Tíber y por dejarme tus cariñosas palabras; yo también aprovecho para desearte unas felices fiestas y mis mejores deseos para un año nuevo de tan torva mirada que hace palidecer al mismísimo fin del mundo que nos vaticinan.
Mil biquiños, car.
Querida profedegriego. Vistos los excelentes artículos que publicas te he incorporado a nuestra página web (www.arraonaromana.org), en el apartado "blocs d'interès", y a su vez puntualmente publicaremos todo lo que escribas en nuestra página de facebook i twitter
ResponderEliminarhttp://arraonaromana.org/ArticlesNoticies.php?id=19#.UM9Pzay5W4d
Debo añadir, que he leído varios de tus artículos y me permite recordar una y otra vez mis paseos por Roma. Es todo un placer.
Un cordial saludo de un admirador.
Francesc
Querido Francesc, es todo un placer recibir tales elogios y todo un honor el que me haces al contar conmigo y con mi humilde blog en vuestra página web y facebook-twitter; te doy las gracias por ello y espero que mis próximas entradas sigan siendo de tu agrado. Me ilusiona saber que la lectura de estos artículos te ha permitido revivir tus paseos romanos virtualmente y de nuevo disfrutar con ellos; si en algo he sabido trasmitir la emoción que experimento al reencontrarme con mi amada ciudad en cada visita, en cada rincón, me doy por más que satisfecha y feliz.
EliminarGracias de todo corazón y mil bicos, amigo Francesc.
Quisiera puntualizar un error en mi comentario, por la rapidez de la escritura: cuando digo que Constantino derrota a su rival Milvio, quiero decer a Majencia (aquel que construyó la célebra Basílica en el Foro), en el Puente Milvio, allá en el norte de la ciudad. Espero sepan disculpar mi lapsus. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMaestro Paco, era evidentísimo que a un "lapsus manus" se debía el cambio de nombres de tu comentario anterior, de igual modo que a la misma razón se debe la chulísima "Majencia" de este otro. "Errare humanum est", caro amico, que yo completo con las sabias palabras de Terencio que comparto punto por punto: "Homo sum, humani nihil a me alienum puto", 'Soy un hombre, nada humano considero que me es ajeno'.
ResponderEliminarDe nuevo, mil bicos.
Grandiosa entrada como siempre. A leerla no he podido evitar que me llegara la menta la serie Fundación del maestro Asimov, que como sabrás esta basada en parte en la historia del imperio romano. Y me la ha recordado sobre todo por la decadencia del Imperio, cuando todo lo que se hacia era rememorar y reciclar la grandeza del pasado pero si aportar nada nuevo.
ResponderEliminarMil besets y gracias por volver a deleitarnos con tus entradas.
Mi querido Miguel Ángel, gracias por tus siempre elogiosos comentarios; es un honor esa comparación que me haces con la original obra de Asimov, autor que bien sé que es una de tus debilidades. Ya lo decía el gran Cicerón, aunque estimemos en tan poco sus recomendaciones: "Historia testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis", 'La Historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera del pasado'.¡Tenemos tanto que aprender de los errores del pasado para no volver a cometerlos en el futuro y andan tan revueltos los tiempos presentes!
EliminarMil gracias por estar siempre ahí y mil biquiños prenavideños.
¿Recortes en el Imperio Romano? La situación actual, por desgracia, se repite cíclicamente a lo largo de la Historia y los avances y retrocesos económicos no son cosa de ahora. Aunque también habría que tener en cuenta que los gustos artísticos habían cambiado y a lo mejor Constantino, a parte de ahorrar, quería un arco del triunfo tan magnífico que no fue capaz de encontrar escultores dignos de esculpir unos relieves tan hermosos como los de la escultura trajana, por ejemplo.
ResponderEliminarUn saludo
Querida Carmen, gracias por tu visita y tu amabilísimo comentario; evidentemente corrían malos tiempos para obras faraónicas, máxime en una época en que se habían paralizado las conquistas y con ello la llegada de ingentes riquezas a Roma como en otros tiempos. Además la pericia técnica había decrecido con el paso del tiempo y baste como ejemplo la comparación entre la Columna de Trajano y la de Marco Aurelio. Aún así hoy el Arco de Constantino sigue levantándose imponente como centinela de la Historia junto al Coliseo y es un lujo poder admirarlo y contemplarlo.
EliminarAprovecho para desearte unas felices fiestas y un año nuevo que nos traiga esperanza en el futuro y te hago llegar mil bicos.
Estupendo post, querida amiga. El arco es bellísimo y un monumento difícil de olvidar, pese a estar construido en honor de un emperador por el que experimento pocas simpatías. En cuanto a la crisis económica y el consiguiente desastre y hundimiento, no sé, sin querer exagerar mucho me temo que estemos tomando ese camino.
ResponderEliminarFelices fiestas y que el nuevo año te sea propicio. Besos.
Cara Carmen, gracias por este maravilloso encuentro entre tú y yo a la sombra de este arco romano que como bien dices es extraordinariamente bello; y comparto contigo la opinión de que el cariz sombrío que, desgraciadamente, toma de día en día la actualidad no nos aleja demasiado de esos tiempos críticos del Imperio Romano.
Eliminar¡Que puedas disfrutar con alegría de las fiestas navideñas que se acercan ya y que también el dios Jano que asoma ya por la puerta te sea feliz y propicio en este año nuevo conjurando las malas perspectivas que a todas horas se nos anuncian por todas partes!
Mil bicos, querida amiga.
Aunque sea tarde y mal, aquí estoy. No quiero dejar de felicitarte por la entrada de hoy (Ojalá nuestra crisis no dure tanto como duró la de Roma, hasta hacerla sucumbir), y las próximas Pascuas, que espero lleguen plenas de felicidad para ti y los tuyos. Un fuerte abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarQuerido Dlt, gracias por tu fidelidad y tus siempre encantadores comentarios; soy yo la que te está agradecida por dedicarme siempre tu tiempo. Comparto de corazón contigo, amigo mío, el deseo de que esta crisis toque fondo por fin y nos permita volver a respirar de nuevo.
ResponderEliminarTambién para ti mis mejores deseos en estas fiestas para que puedas disfrutarlas en compñía de tu familia y amigos.
Mil bicos desde este ventoleado rincón de Galicia.