El tabularium visto desde el Foro (marzo 2011) |
El título de esta entrada puede parecer una obviedad, viniendo como viene de alguien que como yo se ha declarado abiertamente una enamorada de la Ciudad Eterna; pero he de reconocer que hay un aspecto en particular de cualquiera que ocupe la alcaldía de esta ciudad que provoca en mí una envidia profunda, perversa e infinita que experimento en cada visita al pasear por el Foro cuando levanto la vista. La razón no es otra que el espléndido panorama del que disfruta desde la ventana de su despacho el Primo cittadino, que abarca todo el Foro y , supongo, una vista inmejorable de la ciudad desde la colina del Capitolio; porque ese balcón privilegiado se alza en el edificio que hoy ocupa el Ayuntamiento, el "Palazzo Senatorio”, actual sede de representación del “Comune di Roma”, y que surge sobre las ruinas de dos edificios de época romana, el Templo de Veiovis y el Tabularium. Asomarse al balcón y contemplar 2.700 años de historia a tus pies debe provocar hasta vértigo, porque la responsabilidad de gestionar una ciudad trimilenaria, con un pasado tan memorable, es enorme, ingente, casi imposible. Pero pasemos a hablar ahora del lugar donde se levanta esa atalaya municipal tan excepcional.
El Templo de Veiovis, dedicado en el a.192 a. C., estaba consagrado a una divinidad itálica, Veiovis, el dios romano que en sus orígenes presidía los pantanos y las manifestaciones volcánicas, identificado tardíamente con Apolo y de carácter esencialmente infernal ; son muchos los testimonios que nos hablan de él: Cicerón en su De natura deorum, Aulo Gelio en sus Noches áticas, Ovidio en sus Fasti y el escritor Varrón.
El Tabularium era una grandiosa estructura arquitectónica destinada a acoger el archivo de la ciudad y de la Curia, donde se guardaban y custodiaban los documentos públicos oficiales y las leyes, entre ellas, las “Leyes de las XII Tablas”, grabadas sobre tablas de bronce, lo que da nombre al edificio (tabulae publicae). El edificio constaba de tres estructuras: un basamento de más de 70m., que sería una especie de base para nivelar la zona; una fachada orientada hacia el Foro con una doble galería porticada de unos 13 m. de altura; y el archivo propiamente dicho con su entrada monumental hacia lo que es hoy la plaza del Campidoglio.
Esta imponente construcción de época republicana, de sobrio aspecto, quizá en conexión con lo que simbolizaba, fue construida en el a. 78 a. C. durante la dictadura de Sila, por voluntad y financiación del cónsul Quinto Lutacio Catulo, eso sí, respetando el preexistente templo de Veiovis. Hoy del Tabularium sólo se conserva la base o podium, con grandes sillares de toba volcánica, y tres de los arcos del nivel inferior, sobre el que se asienta el Palazzo Senatorio. El edificio ocupaba la depresión entre las dos cimas del monte Capitolino, la cima norte o “Arx” , sobre la que se alzaba el templo de Juno Moneta y hoy el templo de Sta. María in Ara Coeli, y la cima suroeste, llamado propiamente “Capitolium”, donde se construyó el templo de Júpiter Optimo Máximo, el principal de Roma por la importancia de su culto. A este lugar, el Capitolio, habremos de volver en próximas y sucesivas entradas para comprender su enorme importancia y el interés que suscita en el marco de la historia de Roma: el corazón del imperio romano, la extensión simbólica de la “Urbs”, llamado por Tito Livio arcem imperii caputque rerum, porque cuenta nuestro historiador que durante la cimentación del templo de Júpiter salió a la luz una cabeza humana con la cara íntegra lo que presagió el inequívoco emplazamiento de la cabeza del imperio , y por Tácito pignus imperii, “ prenda o garantía del imperio”.
La gran importancia que en Roma se daba a la documentación lo demuestra el hecho de que el Tabularium sea el símbolo de una Res publica firmemente establecida y fuertemente jerarquizada y burocrática, y cuya sobria arquitectura sería posteriormente el modelo de los archivos que aparecerán después diseminados por todo el Imperio.
La capacidad de gestionar, ordenar y custodiar la ingente documentación que albergaba el Tabularium correspondía al tabularius o archivero junto con un equipo de personal que se ocupaba del óptimo funcionamiento; este complejo cuerpo estaba bajo el control y supervisión de un Magistrado, cargo de enorme importancia. La ingente documentación que albergaba incluía desde actas, comentarii y decisiones de sesiones de la Curia local, a documentos del erario público, pasando por el catastro municipal y el registro de multas, hasta los censos y el calendario laboral con los días festivos no hábiles para la actividad pública. En resumen , todo un complejísimo mundo burocrático que nada parece envidiar al de hoy en día.
A la luz de todos estos detalles puedo entender hoy el enorme orgullo y la gran responsabilidad que pesa sobre los hombros de aquel que hoy ocupe el puesto de secretario de ayuntamiento o de archivero municipal en esta Alcaldía de Roma, donde casi tres mil años contemplan su actual labor; diría yo que debe de sentir una satisfacción inmensa, y agobiante a la vez, al sentirse el último eslabón de una cadena tan larga como pesada; como decía el escritor Varrón, Onus est honos, todo cargo es una carga, y esta pesa como una losa, o mejor, como una tabula.
Por todo esto (y por muchísimo más) yo, cada vez que, plantada junto al Arco de Septimio Severo, con el Tabularium como telón de fondo de este valle del Foro republicano, miro hacia arriba y exclamo con un suspiro insano: ¡Qué envidia me da el alcalde de Roma!
Pues tal y como están las cosas en Italia últimamente igual hay elecciones anticipadas, municipales claro, que son las que interesan. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy interesante la entrada, pero al oír la descripción de ese majestuoso "templo de la burocracia" no he podio dejar de recordar otra de las aventuras de Astérix. Lo estaba describiendo y mentalmente estaba situando en él "la casa que enloquece" de "Las doce pruebas de Astérix".
ResponderEliminarSa ludos y nos seguimos leyendo.
Qué interesante. Y tienes toda la razón, cualquier persona que trabaje en Roma, no sólo el alcalde, sino los responsables de museos, cultura, arqueología, restauración, deben tener una vida profesional maravillosa. De hecho, todo aquel que viva en Roma y tenga un mínimo de sensibilidad histórica debe disfrutar cada vez que sale a la calle. De hecho yo siempre he pensado que sería genial poder vivir cercanos a algún punto de interés histórico del calibre de Roma, París o Viena. Me pasaría el día en los museos! Un abrazo
ResponderEliminarQuerida profe, que gusto visitar tu espacio y aprender cosas contigo. Yo también sentiría envidia del alcalde por trabajar en un sitio tan privilegiado y con esas vistas de tantos años de historia.. una maravilla.
ResponderEliminarQue tengas una buena semana. Besitos y un abrazo.
Estimado Dlt, tienes mucha razón; andan las cosas muy enredadas por Italia y en Roma bajan las aguas del Tíber revueltas. ¡Quizá no sea buen momento para presentarse a la elecciones a edil!
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario, amigo.
Querido Miguel Ángel, ¡qué extraordinaria comparación has establecido con "la casa que enloquece" de Astérix! Casi desde que el mundo es mundo, los humanos parece que disfrutamos con la maraña de la burocracia y no ha habido ninguna gran civilización que no contara con su propio aparato administrativo y su cuerpo de escribas, funcionarios palaciegos... dueños y señores del conocimiento de escritura, con todo el poder que ello siempre lleva implícito.
ResponderEliminarTablas de arcilla sumerias, papiros egipcios, tablillas micénicas en Lineal B, "tabulae" de bronce romanas... y hasta las Tablas de la Ley de Moisés en piedra! dan fe del humano deseo de conservar "ad aeternum" la palabra oral. Bien decían los romanos, "Verba volant, scripta manent", las palabras vuelan, se las lleva el viento; las cosas escritas permanecen.
Mil saludiños, amigo.
Mi querida Sandra, vivir en cualquiera de estas magníficas ciudades que citas y tener tan "a mano" todos esos tesoros es un auténtico privilegio, y ambas compartimos ese mismo deseo. Te diré que cada vez que,a mediodía, después de visitar los Museos Vaticanos durante toda la mañana con mis alumnos, buscando donde almorzar algo, me topo con grupos de estudiantes romanos de secundaria que salen de su instituto, situado a tiro de piedra de los muros vaticanos, en una calle muy próxima, siento una profunda pero sana envidia de ellos y de sus profes. ¡No lo puedo remediar!
ResponderEliminarGracias, cara, y mil besiños.
Querida Jolie, ¡cuánto me alegra que pasar por este rinconcito de Roma te agrade y te aporte algo nuevo! Es un placer recibir siempre de tu parte comentarios tan bonitos.
ResponderEliminarRoma es una ciudad para perderse por ella y no querer que te encuentren; y si lo hacen, que sea en alguno de sus maravillosos lugares llenos de historia.
Mil besitos, amica.
Ya tengo el blog en el RSS, Profe. Buen trabajo y ánimo con ello.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Vitike, por tu ánimo y tu amable comentario.
ResponderEliminarSerá un placer para mí cada vez que te pases por aquí; sé bienvenido siempre.
Mil saludos, amigo.
Con historias como estas, Roma se gana cada vez más un lugar inamovible en mi lista de lugares pendientes a visitar. Sin duda debe de ser magnifico poder estar en un lugar con tanta historia. Sin embargo no creo que haya mucho que envidiarle al alcalde romano, mas allá de una hermosa vista, después de todo no tengo dudas de que ese alcalde, todas las mañanas sentirá la presión de no poder fallarle a tanta historia.
ResponderEliminarPor otro lado, la burocracia siempre ha sido un mundo complicado, que jamás entendí ni quiero entender, es una manía por complicar las cosas, aunque supongo que tendrá su utilidad.
Un Saludo.
Uriel
...y mientras algunos conformándonos con un póster que no cubre ni la mitad de una pared de la habitación. Pero, al fin y al cabo tampoco tiene que ser tan bueno abrir la ventana y tener uno de los edificios más emblemáticos de la Roma Antigua enfrente, contemplándote, ni sentir la Historia tan cerca, tan viva... ¿no tiene que ser tan bueno, verdad? ¿¿verdad?? ¡¡Dónde esté mi poster...!!, :D
ResponderEliminarUn abrazo!
Querido Uriel, me alegra muchísimo poder acrecentar el número de fans de Roma.¡Hasta voy a tener que pedirle al alcalde algo a cambio! Cuando la embajada de España ante la Santa Sede estuvo ocupada por el que durante muchos años fue el alcalde de mi ciudad, Francisco Vázquez, corría entre mis amigos la broma de que yo sería candidata a sucederle, dada mi proverbial y entusista propaganda de la Urbs! Y no veas la envidia que me inspiraba este cargo, teniendo en cuenta el lugar privilegiado que ocupa el bellísimo edificio de nuestra embajada; prometo que a este asunto le dedicaré una entrada.
ResponderEliminarY con respecto a lo que tú con toda razón dices, ¡mira que nos ha gustado a los humanos siempre meternos entre papeles, documentos, legajos...burocracia en suma!
Mil cariñosos saludos, amigo, y mis mejores deseos para tus parciales.
Querida C. G. Aparicio, encantador tu cometario de hoy! Te diré que cada vez que voy, me traigo algo de allí que me la recuerda; lo último han sido seis delicadas acuarelitas que compré a un joven pintor en Piazza Navona y que son lo primero que veo al levantarme (aquí es donde pongo un gran suspiro); seis lugares y rincones que me transportan y me recuerdan que tengo que volver(yo, por si acaso, siempre echo la moneda en la Fontana de Trevi).
ResponderEliminarMil bicos, amiga, y gracias por venir.
Excelente espacio para la divulgación del mundo clásico. He ojeado varias entradas y me parecen muy documentadas y con un carácter muy didáctico. Este verano estuve en Roma y pude contemplar desde la colina del Capitolio lo que tuvo que ser en la época Republicana, con el Tabularium y el templo de Júpiter. Te sigo y volveré a empaparme del mundo grecorromano. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos y desde Tempvs Fvgit Irreparabile.
ResponderEliminarEstimado Paco Hidalgo, me siento honrada con tu visita y halagada por tu amabilísimo comentario; como expliqué en mi entrada inaugural, quiero hacer de este espacio una ocasión para trasmitir las profundas sensaciones que Roma siempre me ha hecho y me hace experimentar. Es esta una Roma hecha de muchas, que me atrae y me seduce como una amante furtiva que se deja tomar por un instante y que, esquiva, escapa siempre dejando un intenso aroma que me embriaga sin remedio.
ResponderEliminarEspero poder( y saber) trasladar a aquellos que se acerquen al menos una parte de la intensa pasión que siento por esta ciudad, aderezada por los conocimientos que mis años de estudio y docencia me han dejado como poso; si lo consigo, por satisfecha me doy, amigo.
Te reitero mi agradecimiento y sé bienvenido siempre que lo desees; esta es tu casa desde ahora.
Mil saludos.