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jueves, 5 de abril de 2012

¡ÉCHAME MÁS ALLÁ ESE OBELISCO! (O ALGO PARECIDO DEBIÓ DE DECIR SIXTO V)

El obelisco de la Plaza de San Pedro (agosto 2010)
La entrada de hoy sigue la estela de la anterior, dedicada a Julio César, pero al mismo tiempo es de esas que justifican ampliamente el título de este blog, que una historia falsa puede resultar muy buena si está bien contada; ¡y  no digo nada si, como en este caso, la historia falsa es CUÁDRUPLE!  Como, supongo, haber  excitado la curiosidad de mis lectores, haciendo caso al refrán latino Coepisti, perfice, “Lo comenzaste, acábalo”, empezaré por el principio.
Roma bien puede ser llamada “la ciudad de los obeliscos”; dieciocho de estos gigantes  de piedra con forma de pilar cuadrangular, montados  muchas veces sobre una base prismática y rematados en su parte superior por una punta piramidal llamada piramidión, pueden verse diseminados por la ciudad, pero, en contra de lo que pueda pensarse, su ubicación no responde ni a la casualidad ni al capricho, sino a una estratégica ordenación del urbanismo romano.  De ellos ocho provienen del Antiguo Egipto y habían llegado a Roma casi como “souvenirs” de la conquista de Egipto, en su mayoría en época imperial; otros cinco son copias romanas antiguas que o bien fueron encargados en el Egipto del periodo romano por romanos ricos, o bien son copias de  antiguos originales egipcios. Otros cuatro son obeliscos modernos y un quinto, un obelisco etíope, el de Aksum, que estuvo ubicado en la plaza de Porta Capena, fue devuelto a Etiopía en 2005.
Los  antiguos obeliscos eran una de las tres formas  conmemorativas  fundamentales del antiguo Egipto junto con las pirámides y las esfinges; asociados al culto del dios solar Ra,  fueron objeto de un laborioso trabajo de extracción de la cantera,  de  un complicado sistema de transporte hasta el lugar deseado y  de una aún hoy desconocida y compleja  maniobra de erección. Los romanos construyeron enormes barcos ad hoc para trasladarlos al puerto de Ostia y de ahí hasta  Roma, reproduciendo, suponemos, el mismo sistema empleado en Egipto que obligaba a un esfuerzo infinito que no siempre culminaba con el éxito esperado: muchos de ellos terminaron partidos en varios pedazos. Pero hubo uno que se erigía entero e intacto en Roma aún en el siglo XVI, el más grande de una sola pieza fuera de Egipto; en el año 37 o 40 d. C. fue llevado a la ciudad por  orden  del emperador Calígula, desconociéndose  qué faraón de la V Dinastía lo mandó construir por carecer de jeroglíficos. Este coloso de granito,  de 28 m. de altura hasta el  piramidión y 361 toneladas de peso, estaba emplazado decorando la spina del Circo de Nerón, al pie del Monte Vaticano,  donde la tradición cristiana decía que había sido martirizado San Pedro y sepultado a poca distancia del lugar de su martirio; en lo alto de su piramidión había una bola dorada jamás abierta y desde la Edad Media se creía que contenía las cenizas de Julio César, y he  aquí que  nos topamos con la primera de nuestras no siempre ciertas historias. Calígula lo había dedicado al Sol y a la memoria de los emperadores Augusto y Tiberio, detalle que conocemos por la inscripción que figuraba en su pedestal.
 La segunda y la tercera  nos trasladan al papado  de  Sixto V ( de 1585 a 1590, de quien se decía que había sido elegido pontífice tras engañar a los demás cardenales del cónclave haciéndoles creer que era un hombre endeble y achacoso, de voz  apenas  audible,  que caminaba con muleta a causa de su precaria salud y que sería, por tanto, un hombre  manipulable y de escasa permanencia  en el silla del Pescador;  tan pronto como lo  hubieron elegido  como el sucesor de San Pedro, soltó el bastón, se puso en pie, gritó “Ahora soy César”  y entonó un  canto a Dios con voz tan atronadora que los cardenales quedaron aterrados.   Este papa,  de titánica energía, era hijo de granjeros y se contaba que de joven había sido porquero; los cardenales elegidos  tradicionalmente entre las familias más ricas y poderosas, irritados por su baja extracción social, encargaron un cuadro de Sixto V rodeado de una piara de media docena de cerdos; el papa lo recibió con una beatífica  sonrisa y,  lejos de irritarse con la cruel broma, se la devolvió ordenando al pintor que le  pusiese a cada gorrino un vestido de cardenal. Al final y  en palabras de Virgilio, Telum  imbelle  sine ictu, “ Dardo inofensivo y sin fuerza para herir”,  para un hombre  que supo dar con astucia la vuelta a una situación que buscaba humillarlo.
Este Sixto V tenía grandes planes para la ciudad de Roma y para la circulación por ella; obsesionado por el ordenamiento de las calles, trazó avenidas que unieran puntos estratégicos como las siete iglesias de peregrinación de Roma, sin reparar en gastos y sin miramientos con todo aquello que obstruyese sus planes, aunque se tratase de monumentos de la Roma clásica. En este afán urbanizador los obeliscos se convirtieron en otra de sus aficiones y pronto bajó bajo su foco de atención el gran obelisco de Calígula que en muchas ocasiones había contemplado desde lejos,  poco conforme con su ubicación; se estaba levantando por entonces la basílica de San Pedro y frente a ella se planeaba una gran plaza, que años más tarde haría realidad Bernini.  En esa campaña del pontífice por cristianizar los elementos paganos de Roma  ese sería  el emplazamiento adecuado, allí en medio, del obelisco, que causaría el asombro de la cristiandad entera y el reconocimiento eterno a su artífice, el papa Sixto V. 
Pero se planteaba la duda de cómo sería posible moverlo desde su emplazamiento al nuevo lugar elegido y cómo habría de llevarse a cabo con éxito su re-erección; todos los especialistas consultados coincidían en la complejidad del asunto y apuntaban soluciones dispares y hasta descabelladas que no auguraban buenos resultados. La elección de quien llevaría a cabo tamaña empresa recayó finalmente en el arquitecto del papa, Domenico Fontana, hombre en quien confiaba pese a su juventud e inexperiencia; la solución ideada por Fontana consistió  en afianzar el obelisco entre enormes tablones de madera  firmemente sujetos con bandas de hierro y elevarlo por medio de cables unidos a tornos en el suelo y con la ayuda de caballos que actuarían impulsados por unos cuarenta cabrestantes; primero había que levantar el obelisco de su base, tenderlo en una especie de vagón movido por rodillos que permitiesen su arrastre hasta el nuevo lugar. La titánica tarea requirió casi mil hombres y 140 caballos con unas condiciones de silencio durante las operaciones del traslado e izado por parte del pueblo romano que, de ser incumplidas, serían castigadas hasta con la excomunión. Y aquí es donde nuevamente entra en juego la leyenda o la historia: en el momento del  izado en vertical las cuerdas empezaron a tensarse de tal modo que amenazaban con deshilacharse o romperse con el consiguiente peligro para la seguridad del obelisco y fue entonces cuando de entre la multitud congregada, expectante y con la respiración contenida, se oyó la potente  voz de un marinero genovés que, desafiando las amenazas  del papa y advertido del peligro inminente, gritó Acqua alle funi, “Agua a las cuerdas”, de modo que, humedecidas las sogas, aliviasen aliviar la tensión y recuperasen la elasticidad. Así se hizo y la solución dio el éxito esperado ; el papa no sólo no castigó al marinero sino que le colmó de honores, tal era la alegría del pontífice al ver, por fin,  en vertical su obelisco; en reconocimiento a su hazaña se hizo costumbre que,  a partir de entonces, las palmas para el Domingo de Ramos fuesen traídas desde  Bordighera, el pueblo natal del marinero.  También a su arquitecto Fontana le tributó grandes honores, aunque el hombre, poco seguro del éxito de la hazaña, había tenido preparada una posta de caballos para salir huyendo de Roma y escapar a las iras del papa si se producía el desastre. No hay evidencias históricas de que este episodio haya sucedido, pero no deja de seducirnos la idea de que hubiese acaecido tal cual lo contamos, y así llegamos al final de  nuestra cuarta verissima  historia.

El obelisco en su emplazamiento actual (agosto 2010)
Finalmente, cuando Fontana abrió la esfera dorada que remataba el obelisco y que hoy, dicen, se guarda en un museo de Roma, no halló ni rastro de Julio César, tan sólo polvo; Sixto V la reemplazó por una cruz sostenida por el emblema  de su propia  familia, los Chigi, una estrella de bronce sobre cinco montes.  La evidencia demostró  también la falta de veracidad de nuestra tercera historia, pero el episodio no resultaba del todo inverosímil y  era, además, realmente muy sugerente; que las cenizas de Julio César hubiesen sido encumbradas a lo alto del obelisco, dada la  extraordinaria admiración y respeto  que el pueblo romano mostró tras su muerte, cabía dentro de lo posible y hasta lo esperable, como un homenaje póstumo a su figura.
Y así hemos llegado al final de esta entrada, que espero haya sabido estar a la altura de las expectativas que me marqué al comienzo de la misma; quiero hacer mía la frase de Hans Christian Andersen sobre esta ciudad porque resume, creo yo, su  verdadera  esencia:
 "Roma es como un libro de fábulas, en cada página te encuentras con un prodigio"
Grazie mille a tod@s, amables lectores, por acompañarme en esta visita y mille baci.
P.D.  La próxima semana inicio un nuevo “Viaje cultural a Roma”, con mis alumn@s de 1º de Bachillerato, en compañía de mi entrañable amiga y  colega,  la profesora de  Hª del Arte de mi instituto,  a la desde aquí deseo expresar mi agradecimiento por su inestimable  colaboración y su  implicación total en este proyecto que ponemos este curso  por tercera vez en marcha. Y quiero también dar las gracias a los alumn@s,  que con su interés y entusiasmo hacen posible esta visita, porque ell@s  son los auténticos protagonistas de esta aventura romana ; estos meses de preparativos han manifestado constantemente su enorme deseo de iniciar este  viaje,  que puedo resumir en la frase formulada  frecuentemente por una  de las alumnas: “¡Ya me tarda, profe!”.  Será un itinerario exhaustivo y bien planificado con el que esperamos abarcar un amplio recorrido por toda la ciudad, desde el Coliseo y los Museos Vaticanos, tan masivamente visitados, a esos otros lugares  mucho menos turísticos, a veces hasta ignorados,  pero tan ricos en Historia e historias  que no podemos ni debemos  olvidar; algunos de ellos han sido protagonistas de entradas anteriores en mi afán de que cobren la importancia que merecen.
Con curiosidad por  conocer, con ganas de aprender  y con el deseo de volver con las maletas llenas de nuevas  experiencias emprendemos este viaje a Roma que deseamos que sea inolvidable; sólo cabe esperar que los Hados (y la meteorología) nos sean favorables.
Ciao!  A presto!

14 comentarios:

  1. La historia del obelisco y las historias adyacentes me han recordado ese juego de que uno contaba algo y cada uno iba añadiendo cosas de su propia cosecha hasta crear un rocambolesca historia. Aunque bien pensado hay noticias en los medios de comunicación que parece que siguen la misma pauta.
    Emocionante entrada como siempre. Mil besets y buen viaje (lastima no estar allí).

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    1. Gracias, Miguel Ángel, por tus buenos deseos; espero traeros nuevas "verissimas" historias, interesantes y divertidas anécdotas y buenas fotos. Y tienes razón, las historias se superponen unas a otras, reinventándose constantemente, y en esto Roma es toda una campeona.
      Mil biquiños, caro amico.

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  2. Lo que tu dices, Profe, que en cada rinconcito de Roma, en cada edificio, en cada piedra puedes encontrar miles de historias, anécdotas, como esta que también nos narras del supuesto obelisco con las cenizas de César. Y no tenía sorna el porquero Sixto V, que si no recuerdo mal, su familia tenía el Palacio cerca de Plaza Colonna, sede hoy de la presidencia de la República.
    Vi bastantes obeliscos, pero lo más curioso fue en el cruce de calles donde se encuentra San Carlo alla quatre fontana de Borromini, pues mirabas en los cuatro puntos cardinales y veías (eso si, algunos con prismáticos), cuatro obeliscos diferentes.
    Bueno, que tengais un excelente viaje a Roma y que vengas con las alforjas cargadas de historias que contarnos. Feliz viaje y un fuerte abrazo.

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    1. Querido maestro Paco, de nuevo esta entrada me ha proporcionado la oportunidad de revivir en tu compañía la vieja Ciudad; y tienes toda la razón cuando haces referencia al Palazzo Chigi, en Piazza Colonna, que si bien fue construido inicialmente para la familia Aldobrandini, en 1659 fue adquirido por los Chigi y hoy es la residencia oficial del Primer Ministro italiano. ¡Qué vistas disfruta Monti, como sus antecesores en el cargo, sobre la Columna Aureliana!
      Yo también disfruto en cada visita con la ruta de los obeliscos, porque cada uno esconde una historia; en próximas entradas me dedicaré a algunos de ellos por su particular curiosidad; coincido contigo en la dificultad para observar con claridad los obeliscos en el cruce de San Carlino porque además el tráfico rodado en esa zona es incesante y el punto óptimo de observación en la calzada entre las cuatro fuentes resulta hoy imposible; para los peregrinos de la época que buscaban orientarse en la ciudad en busca de las iglesias de peregrinación debió de ser mucho más sencillo, obviamente. Por allí iniciaremos nuestro itinerario: desde Piazza Barberini y la iglesia de los Capuchinos, de ahí a la Plaza de República, recorriendo Sta. Mª de los Ángeles y los Mártires, Sta. Mª de la Victoria, Sta. Susana, S. Bernardo alle Terme y finalmente S. Carlino y S. Andrés del Quirinal. ¡Un lujo!
      Gracias por tus buenos deseos y mil bicos.

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  3. Qué maravilla de artículo. La historia del obelisco del Vaticano, con todas sus anécdotas y leyendas paralelas, como la de la esfera con los restos de Julio César, contada por ti ha sido todo un placer.
    Espero que tengas un feliz viaje con tus alumnos que no pueden llevar mejor profe. Hasta yo me apuntaría a ese viaje. No podría tener mejor cicerone. Un gran abrazo.

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  4. No sé cómo corresponder, querido Dlt, a la amabilidad de tus elogiosas palabras; mil gracias por ellas, que son un estímulo infinito a seguir adelante con este proyecto romano. Y mil gracias también a tus buenos deseos; ¡ojalá que Mercurio, dios de los viajes y los viajeros, tenga a bien propiciar el nuestro! Prometo a la vuelta ofreceros las primicias.
    Mil bicos, caro.

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  5. Querida profedegriego, qué curiosa historia la que nos traes. Sí que sabía del afán de Sixto V y "sus obeliscos" pero esos trabajos para el transporte nunca los hubiera imaginado. Es de esas cosas que siempre se pasan por algo. Ves el obelisco ahí, coronado esa maravillosa plaza y nunca te preguntas ¿y cómo llegó hasta allí? Pues aquí está nuestra profe para contarlo, :D

    No sabes la envidia que me das con ese viaje a Roma que emprendes (o que ya has emprendido, pues veo que la entrada es de hace unos días). Seguro que tus alumnos saben disfrutarlo y, lo más importante, aprender muchísimo, aunque con la guía que llevan para sus explicaciones que no se produjera esto último sería bien raro...

    Esperamos tu regresos y tus nuevas historias de la Ciudad Eterna.

    Un abrazo!

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    1. Querida Coral, cansada pero pletórica, ya estoy de vuelta por aquí, después de unos días de retomar y organizar la vida familiar y laboral; ha sido un placer inmenso el haber podido tomarle el pulso a Roma en la gratísima compañía del grupo de alumnos y alumnos que nos han acompañado a mi amiga y colega y a mí. En breve estaré con vosotros, mientras recoloco y organizo las más de 400 fotos que me he traído, algunas especialmente hechas para ilustrar algunas entradas que estimo curiosísimas y otras, el punto de partida de otras entadas sugeridas por las imágenes.
      Gracias, cara amica, por estar ahí siempre.
      Mille baci.

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  6. Querida profe, de nuevo una interesante historia sobre Roma, de tu mano todo un placer leerte. Llego y en estos momentos debes estar de paseo por tu querida ciudad eterna, disfrutando con tus alumnos, no puedo evitar sentir envidia jejeje.. Te espero a la vuelta con nuevas publicaciones tan interesantes como las anteriores.

    Un besazo amiga

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    1. Querida Jolie, aquí estoy de nuevo, con mil ideas bullendo en mi cabeza para poder compartir con todos vosotros esta maravillosa experiencia romana que acabo de vivir; Roma no me decepciona nunca, todo lo contrario, siempre me proporciona gratísimas situaciones, sensaciones y anécdotas que espero saber relatar en breve.
      Gracias por tu visita y tu amabilísimo comentario, carissima.
      Recibe de mi parte mil biquiños.

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  7. Quedo fascinada leyendo tu blog, y no sólo por interesantísimas y amenas que son tus entradas, además de muy bien documentadas, sino por la pasión que exhalan por Roma. Una pasión en la que me reconozco.
    Que tengas un viaje estupendo con tus alumnos y que disfrutéis con emoción de esa ciudad inigualable. Saludos cordiales.

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    1. Cara Isabel, honradísima me has hecho sentir al recibir un comentario tan elogioso y tan amable de tu parte, la autora de un blog tan exquisito sobre Roma y sus mujeres; no sé cómo darte las gracias por haberte acercado a esta modesta orilla del Tíber, por leerme y por haberme dejado unas palabras que son el mejor estímulo para seguir adelante con este proyecto todavía en pañales. Me alegra saber que somos, quizá sólo cohorte o manípulo, l@s enamorad@s de Roma, pero tan apasionados, tan rendidos, tan entregados que parecemos legión; suelo decir que yo a Roma se lo perdono todo, el tráfico desquiciado, la masificación turística, el abandono de algunas zonas, hasta la suciedad incluso, porque da tanto, tantísimo a cambio. Tendrás la ciudad para ti sola si eres capaz de abstraerte de todo lo negativo, de todo lo superfluo, y en ese ejercicio de esfuerzo personal tendrás la recompensa: Roma para ti sola, Roma para quien la ama y la entiende.
      Es todo un placer recibirte aquí, cuando lo desees; sé siempre bienvenida y adelante con ese magnífico proyecto tuyo que sigo desde hace tiempo, porque eres un auténtico referente, pero en el que hasta ahora nunca me había atrevido a comentar.
      Recibe de mi parte mil gracias y mil saludos, cálidos como la toba y del travertino romanos.

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  8. Buenas ante todo felicitarLe por el buen blog que conocí a través de La Guarida de Viriato, soy el administrador del blog http://batallasdeguerra.blogspot.com.es/ ¿Le interesaría un intercambio de enlaces? Un Saluda y le sigo leyendo.

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    1. Estimado Grandes Batallas de la Historia, es un placer recibirte por aquí y quiero agradecerte tu felicitación y tu comentario; me alegra enormemente que nuestro común amigo Viriato haya sido el nexo de unión.
      Será también un placer conocer tu blog y enlazarlo con el mío, intercambiando enlaces.
      Mil saludos y sé siempre bienvenido.

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