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jueves, 15 de marzo de 2012

GUÁRDATE, CÉSAR, DE UN GRAN PELIGRO: LOS IDUS DE MARZO.

Con estas proféticas palabras, o quizás otras muy  parecidas,  es muy posible que  Julio César  fuese  advertido por un adivino, según cuenta el historiador Plutarco en sus Vidas paralelas,  días antes de su asesinato; se trató de un complot urdido por enemigos conspiradores,  más de medio centenar de senadores conjurados  que escogieron como escenario para el magnicidio la Curia, la sacrosanta sede del Senado, donde era un sacrilegio portar armas y a donde, a pesar de ello, con premeditación, alevosía y diurnidad. Hasta allí  llevaron  ocultos bajo los pliegues de sus togas los puñales con los que le  asestaron esas  veintitrés puñaladas que han pasado a la Historia, aunque parece que sólo una de ellas fue mortal.
He de hacer aquí una breve  digresión,  obligatoria para entender  qué significan esos “idus de marzo” que amenazaban a Julio César y ante los que debía estar precavido.  En el calendario romano había que tener presentes tres días señalados en el mes, aunque no necesariamente festivos: las calendas, el día 1; las nonas, el día 5; y los idus, el día 13. En los meses de marzo, mayo, julio y octubre (que en mis tiempos de estudiante recordaba con la regla mnemotécnica de MARMAJULOC), las nonas y los idus se retrasaban dos días, de modo que en estos meses las nonas coincidían con el día 7 y los idus con el 15; de este modo César entenderemos que el asesinato de César tuvo lugar el 15 de marzo del año 44 a. C. y  por las fechas en que estamos se explica fácilmente la oportunidad de esta entrada.
Después de su regreso a Roma tras sus brillantes  campañas militares,  muerto ya Pompeyo, su suegro y gran enemigo,  aplastados los últimos pompeyanos,  Julio César no tuvo ya rival; casi omnipotente, convertido en dueño de Roma, el Senado lo colmó de distinciones: su persona fue declarada inviolable y se le nombró dictador vitalicio durante diez años. Diríamos que se dejó querer, que disfrutó con complacencia de los excesivos honores que le tributaban; sólo le faltaba el título de rey, pero  hasta durante la celebración de las fiestas  Lupercalia ,  un mes antes de su asesinato, se le intentó poner en la cabeza por dos veces una corona  y por dos veces César la rechazó, en un intento, quizás, de despejar dudas en cuanto a sus intenciones, temeroso de la reacción de un pueblo para el que era odioso hasta el solo recuerdo de la monarquía. En su inconsciencia del inminente peligro que le acechaba, disolvió a su leal Guardia personal, error que no volvería a cometer su sucesor Augusto.
Mucho se ha discutido hasta qué punto César, tan astuto, tan perspicaz e  inteligente, tan  curtido  en mil batallas, tan experimentado en tramas políticas,  podía no ser conocedor de la conspiración que se estaba tramando a su alrededor, pues era muy alto el número de implicados; además muchos prodigios y hechos sorprendentes habían anunciado días antes el nefando crimen. Plutarco nos habla de resplandores en el cielo, de aves solitarias volando por la plaza, de “hombres de fuego” y personas ardiendo sin lesiones, de la desaparición del corazón de una víctima durante un sacrificio realizado por César e incluso de la advertencia real del agorero recomendándole precaución en una fecha concreta,  un dictado que parecía responder más a una información concreta que a un verdadero  vaticinio ; en una paradoja del destino, el mismo día  de autos César se cruzó con el adivino en su camino al Senado y, en tono burlón, le dijo que los idus ya habían llegado, a lo que el visionario contestó con reposo que habían llegado, pero que aún no habían pasado. La misma noche anterior el sueño de su esposa Calpurnia  se vio turbado por una tan terrible pesadilla que ella misma le instó a no acudir al Senado aquella mañana, consejo que César habría tenido en cuenta de no haber sido  por Décimo Bruto Albino, en quien César tenía gran confianza pero que, traicioneramente, formaba parte de los conjurados, quien desacreditó los presagios oníricos de Calpunia y se  lo llevó consigo.

Exterior de la Curia Julia (agosto 2010)

Interior de la Curia Julia (agosto 2010)

Cuando llegaba al Teatro de Pompeyo, lugar donde se reunía el Senado romano  temporalmente mientras se acababa de construir  la Curia Julia, César fue interceptado y rodeado por los conspiradores con la excusa de peticiones y pretextos;  uno de los conjurados, Casca,  le causó en el cuello la primera herida y César  se vio de repente cercado por las armas de sus asesinos, hasta por Marco Junio  Bruto, al que quería como a un hijo y que le hirió en la ingle, y a quien dice Suetonio en su Vita divi Iuli que le  dirigió esas famosas palabras en griego:  «Καì σύ, τέκνον», ‘¿También tú, hijo mío?. No obstante, Plutarco dice que no pronunció palabra alguna, sino que se limitó a cubrirse la cabeza con la toga y esperar los golpes que dejaron cubierto con su sangre el pedestal de la imponente estatua de Pompeyo que presidía el Teatro,  el que había sido en vida  su gran enemigo, como si de una venganza póstuma se tratase; no debemos olvidar que muchos de los implicados en el complot eran antiguos pompeyanos, a los que César había no sólo perdonado la vida sino incluso les había proporcionado cargos importantes.
El paso inexorable del tiempo hizo desaparecer este magnífico y grandioso edificio, dicen que el primero construido en mármol de la ciudad, y  de hecho, durante la Edad Media,  fue utilizado como cantera.  Fue entre 1920 y 1930 del siglo pasado cuando  Mussolini acometió la tarea de excavar su emplazamiento, saliendo a la luz el recinto hoy conocido como Largo di Torre Argentina, una plaza donde las investigaciones arqueológicas sacaron a la luz  la presencia de un Área Sacra, con cuatro templos de época republicana; detrás del único de ellos con planta circular, conocido como Aedes Fortunae Huiusce Diei y dedicado a la “Suerte del día de hoy" por el general  Q. Lutacio Catulo César en el a. 101 a. C., aparecen los restos del Teatro de Pompeyo, y no debe de haber restaurante o trattoria de la zona que no presuma de que  ¡en sus sótanos está situado el  verissimo lugar en que Julio César cayó muerto por las heridas de los conspiradores! 

Templo circular del Area Sacra (agosto 2010)

Largo di Torre Argentina acoge hoy en día un “santuario para gatos”, un lugar de refugio para gatos callejeros y abandonados, donde es atracción ver a  decenas y decenas  de estos animales paseando entre las ruinas; un grupo de voluntarios y voluntarias, amantes de los animales, los atienden, los cuidan y los alimentan a diario, sobreviviendo a base de donaciones de alimentos, materiales necesarios, aportaciones  económicas … para esta colonia felina. No hay que olvidar que Roma es “la ciudad de los gatos” y ellos son uno de los muchos símbolos  de la Urbe; reproducidos por doquier en los más diversos souvenirs, desde bolsos a calendarios, también ellos se están viendo afectados estos días por  la grave crisis económica que azota Italia, debido a los recortes en el  presupuesto que el Ayuntamiento  destina a las diversas asociaciones para la compra de pienso.  O tempora, o mores!, que  diría Cicerón. 

Los gatos del Area Sacra atendidos por voluntarios (agosto 2010)

Pero sigamos con  nuestra historia; habrían querido los asesinos arrojar al Tíber  su cuerpo, pero apunta Suetonio  que  fue espontáneamente incinerado con antorchas por dos hombres armados y no tardó en seguir su ejemplo el pueblo, que arrojó a su pira muebles, ropas, armas y hasta joyas lanzadas por mujeres; muchos extranjeros tomaron parte en aquel duelo y, entre ellos, los judíos que velaron muchas noches junto a sus cenizas, en agradecimiento a la política de amistad que César había manifestado hacia ellos y  a la defensa que siempre hizo de sus derechos. Con  la desaparición de César  se  ponía fin a los  primeros ensayos del poder personal  pero también se había causado una segunda víctima: la propia  Roma.
En lo que hoy queda en el Foro de Roma del Templo de César, dedicado a él por Augusto en el año 29 a. C. para honrar su memoria, se muestra el ara donde fue incinerado; se ha convertido en objeto de culto para multitud de devotos, amantes de la historia, curiosos varios,  que se acercan para visitarlo y hasta para  depositar flores y escritos con los que  a diario aparece adornado, como un homenaje póstumo tantos siglos después  y como muestra de que para muchos César sigue vivo en los corazones. 

Restos del templo de César en el Foro (agosto 2010)

Placa conmemorativa del Ara de incineración de César (agosto 2010)

El Ara de César en su templo (agosto 2010)

En cada visita a la ciudad también yo me acerco a este monumento mudo que es, sin embargo, testimonio vivo de un periodo convulso de la Historia de Roma y, no lo niego, me causó la primera vez una profunda impresión; ahora, siempre que vuelvo,  me lo encuentro abarrotado de turistas y  el impacto emocional es menor, pero no deja de avivar en mí el nostálgico recuerdo  de sus obras en las largas horas de traducción y de  la figura de un hombre excepcional  del que  León Homo  dejó dichas estas palabras como magnífico colofón: “César perecía por haber querido ir demasiado aprisa, y, al violentar ese factor indispensable que se llama tiempo, haber querido violentar la evolución normal de los acontecimientos”.

21 comentarios:

  1. Interesantisima entrada. Completamente acorde con el dia.
    Si leer tus entradas sobre los monumentos en Roma es bellisimo. Leerte hablando de Cesar fue estupendo!!! Una gran entrada a modo de homanaje para uno de los individuos mas influyentes de todos los tiempos.
    Un Saludo.
    Uriel

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    1. Mucho me alegra, querido Uriel, haber acertado con la oportunidad de esta entrada; creía que un blog como este, dedicado a Roma, se merecía un homenaje al hombre inmortal que, por méritos propio, fue protagonista de la grandiosa historia de esta Ciudad Eterna. Si a eso añadimos que perduran en ella muchos lugares que fueron escenario de su vida y de su muerte, no cabía duda de era necesario, ¡qué digo!, imprescindible esta dedicatoria; lugar y persona, persona y lugar, en una combinación perfecta en la fecha adecuada.
      Mil bicos, amigo, y gracias por tu maravilloso comentario.

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  2. Qué importante estas fechas. Me vienen a la cabeza las Cartas de Cicerón, ese que tanto defendía la República que esperaba que, acabando con el malhechor, el origen de todas las desgracias, ese César malévolo como lo veían, todo cambiaría... y todo, amiga, siguió igual. Y qué decir, cuando se descubrió el testamento del ilustre hombre, el fervor del pueblo, ese momento de su incineración en el Foro debió de estar cargado de emoción, debió de sentirse de manera extraordinaria en los romanos de la época.
    Y por último, también me viene a la mente al leer la reflexión de León Homo, esas frases, esos lamentos de César, esas lágrimas, al encontrarse con la estatua de Alejandro Magno y sufrir de manera amarga lo poco que había hecho él en la vida en comparación con su admirado griego...

    Un abrazo, querida profe!

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    1. Mi querida C. G. Aparicio, con tu comentario me ha venido a la memoria esa famosísima frase de ese gran "Grande", "El Gatopardo": "Algo debe cambiar para que todo siga igual"; ¡qué gran razón llevas, amiga mía! Vuelvo a León Homo cuando dice: "Los jefes de la conjuración de que César acababa de ser víctima habían creído, no sin cierta ingenuidad, que una vez desaparecido el dictador, el régimen republicano volvería a florecer por sí mismo. No se resucita un cadáver, y ya hacía mucho tiempo que la República había muerto."
      Mil bicos, amiga mía, y muchas gracias por tu visita y tu comentario.

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  3. Muy interesante como siempre. Pero tengo una pequeña duda ¿ porque la frase de "Tu también Bruto" la dijo en griego?? Esta clero que era la lengua franca en gran parte del imperio, ¿pero tambien en Roma?
    Mil besets desde esta Valencia en fallas.

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    1. En respuesta a tu más que lógica pregunta, querido Miguel Ángel, hay que reconocer que Roma y la propia Italia se vieron rápidamente integradas en el área de la civilización griega y ambas asimilaron con notable facilidad de adaptación la civilización helenística; hasta los antiguos tenían pleno concepto de ello, como corroboran los versos del poeta Horacio:
      "Graecia capta ferum victorem cepit et artes
      intulit agresti Latio" (Épodos, II, 1, 156)
      ('Grecia conquistada conquistó a su vez a su feroz vencedor e introdujo las artes en el agreste Lacio')
      En el s. II es corriente que los hombres públicos romanos se dirijan a los griegos en su propia lengua, con soltura y hasta con brillo; el griego fue para los aristócratas la lengua internacional, la lengua diplomática; además la cultura griega se orientaba hacia el dominio del arte oratorio y un político debía saber conquistar el favor del pueblo y el voto de la asamblea, arengar a las tropas y persuadir a un tribunal.
      La aristocracia romana, en esta ola de filohelenismo, adoptó para sus hijos la educación griega, disponiendo de profesores particulares de entre los numerosos esclavos griegos tomados como prisioneros de guerra, como es el caso de Livio Andrónico, que posteriormente fue manumitido por su amo; paralelamente apareció una enseñanza pública del griego en verdaderas escuelas y no pocos griegos llegaron a la ciudad atraídos por la oferta de trabajo.Las familias se esforzaban por proveer a sus hijos de la mejor formación griega, en aras de una educación realmente bilingüe y simultánea; ejemplo de ello es Cornelia, madre de los Gracos, quien en persona supervisaba sus estudios y les elegía los maestros más autorizados. Y no nos debe asombrar este papel de las matronas romanas, cuando ellas mismas tenían acceso a la cultura griega, como es el caso de Sempronia, la madre del mismísimo Bruto, el asesino de César, de quien nos informa el historiador Salustio que era mujer versada en las lenguas latina y griega:
      "Sempronia(...) litteris Graecis et Latinis docta" (Conjuración de Catilina, XXV, 1-2).
      Además con el fin de adquirir una formación griega completa, los jóvenes romanos viajarán a la propia Grecia para completar su educación siguiendo los mismos estudios que allí cursan los alumnos griegos.
      Así, un romano culto lo será en ambas lenguas, el griego y el latín, "utriusque linguae" en palabras de Horacio y "ser culto" era, ante todo, "saber griego" y era normal que un romano culto hablase el griego como si fuese su lengua materna, como era el caso del propio Cicerón, que no sólo lo hablaba perfectamente, sino que tenía un profundo conocimiento de la cultura griega de su tiempo. Él ocupa el punto álgido de este proceso, a partir del cual empezará a decrecer: el griego va a comenzar a retroceder ante el latín.
      Ahora sí, querido amigo, puede explicarse que César se dirigiese a su bienamado Bruto (no olvidemos que le había perdonado su pertenencia al bando pompeyano y lo había nombrado primero gobernador de la Galia y más tarde pretor) en griego, como afirma Suetonio, y que su asesino supiese entender perfectamente sus palabras.
      Espero, tras esta larga digresión, haber sabido resolver la duda que me planteabas.
      Te deseo que disfrutes de una feliz noche de "cremà" y te envío mil bicos.

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    2. Muchisimas gracias por tan prolija y , sobre todo, clarisima respuesta. Así da gusto preguntar.
      Un beso.

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  4. Qué interesante el episodio del asesinato de Julio César y que interesante las luchas desatadas tras su muerte. Es un lujo, amiga, seguir la historia de Roma de tu mano. Un fuerte abrazo.

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    1. Amigo Dlt, es un enorme placer para mí saber que he acertado con esta entrada que conmemora al hombre, a su obra y a la ciudad que fue escenario de su vida.
      Mil gracias, amigo, por tu visita y tu comentario, y mil bicos.

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  5. Recordar todo lo vivido este verano es lo que me haces con esta entrada, querida profe; César siempre fue uno de mis personajes favoritos, siempre, su determinación, su sentido práctico, su arrojo, no exento de prudencia. Me impresionó mucho ver su tumba, allí en su templo en el Foro, y como sigue despertanto el interés de tantos y tantos turistas. Lo que no sabía es que el asesinato de César se produjo en el Teatro de Pompeyo, creí que fue en la Curia. Ya se algo más. Mil bicos andaluces.

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    1. Querido maestro Paco, al placer de narrar este episodio, combinando la 3ª persona de singular con la 1ª, la Historia con mi historia, se añade además la satisfacción de compartir estos recuerdos romanos contigo; y si he podido aportar alguna pincelada nueva a este cuadro, no puedo darme por más contenta. Yo tuve la enorme suerte de poder entrar en la mismísima Curia Julia en aquel agosto de 2010, aprovechando una exposición en su interior de arte romano, algo insólito, pues siempre permanece vedada la entrada y apenas es posible atisbarla desde el exterior entre la nube de curiosos; y desde ahí completé la visita atravesando hacia los restos de la Basílica Emilia, que podía ser visitada "in situ". ¡Un lujo, sin duda!
      Mil bicos galegos, amigo.

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    1. Gracias, Minipunk, por tu visita y tu amabilísimo comentario; celebro que esta entrada haya sido de tu agrado. Sé bienvenido a esta ribera del Tíber, cuando lo desees; estás en tu casa.
      Mil saludos.

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  7. Llevaba días esperando el momento de tener un ratito para leer esta entrada tan interesante y ha valido realmente la pena. La historia de Roma está llena de conjuras y asesinatos pero esta de César es sin duda una de las más importantes. Gracias por acercarnos este episodio de la historia

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    1. Querida Sandra, gracias a ti por venir y por leerme; me pareció muy apropiada la entrada, por tratarse de la fecha en cuestión. Julio César es, por derecho propio, un auténtico protagonista de la Historia de Roma y se merecía desde aquí un humilde homenaje.
      Mil bicos, cara.

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  8. Amiga mía, Profesora de Griego,

    Muy pedagógica y muy clara esta explicación tuya sobre el Tiranicidio de Julio César, sin peder de vista cómo han quedado los restos de los monumentos que en su día estuvieron en pie. Y es que tú tienes la cualidad de enviarnos a la Roma Antiqua y devolvernos luego a la Roma actual, porque el pasado continúa en el presente. Y es esa la capacidad pedagógica la que más deben admirar tus alumnos, esa capacidad para moverte en el tiempo.

    Yo también dediqué, hace ya tiempo, unos renglones en mi Blog, para hablar de los prodigios que, nos cuentan, se produjeron antes del asesinato, y los que se produjeron después. Y tuve que remitirme a Suetonio, Plutarco, pero también, y sobretodo porque son los que más me gustan, a Las Metamorfosis  de Ovidio y el mismo Virgilio.

    http://antoniomartnortiz.blogspot.com.es/search/label/IDVS%20MARTIAS

    Y hay una cosa en la que hice hincapié, y es que “Idus” es Latín es femenino, aunque la RAE admita como correcto el masculino, pero yo, que me he formado en Clásicas, continuaré diciendo siempre “Las Idus”, lo mismo que Las Kalendas o Las Nonas. La comprobación está al alcance de cualquiera: sólo basta con consultar cualquier diccionario Latino.

    Mi felicitación por esta lúcida y pedagógica exposición, amiga mía, y un gran abrazo de colega a colega.

    Antonio

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    1. Mi querido Antonio, celebro que este paseo que la oportunidad de las, como tú muy bien señalas, "IDUS MARTIAS" me ha ofrecido haya sido de tu agrado y hayas podido disfrutar con este itinerario que se sumerge en el Pasado para emerger , más tarde, en el presente de una Ciudad que invita a recorrerla diacrónicamente en apenas unos pasos. Con respecto al género gramatical de "Idus" en latín, es bien cierto que es femenino, pero la traducción por "los idus" se impone por la costumbre y me atrevo a traer aquí en mi defensa el principio de Derecho "Consuetudo vincit legem", el "Consuetudo est optima legum interpres" y hasta las palabras del propio Cicerón, "Consuetudo quasi altera natura". Gracias, amigo mío, por tu amabilísimo comentario, tus elogiosas palabras y tu poner sobre las íes el "punctum saliens, como era de rigor en este caso: "Quae Caesaris sunt, Caesari"
      Mil bicos amigo.

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  9. Querida profe, que interesante esta parte de la historia que nos ofreces. Aunque no soy muy conocedora del tema, disfruto mucho de tu saber amiga. Es triste saber la traición de su gente de confianza, pero no he llegado a comprender con que fin se hizo. Por lo que cuentas César era un buen hombre, pena que en menor grado hoy en día de poca gente se puede una fiar.. :-)

    Mil bicos!!!!!

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    1. Mi querida Jolie, gracias por tu visita y tu amable comentario; me alegra haber hecho más visible este retazo de la Historia con la figura de César, un hombre cuya calificación dejo en manos del gran historiador Kovaliov: "Fue un hombre de geniales virtudes y de elevada cultura. Se fundían en él las cualidades de un gran jefe militar con los vastos horizontes de un excelente político; su personalidad desbordaba de prestigio y dominio.
      El error que costó a César la vida se debió, tal vez, no tanto a su situación histórica como a su carácter. No sabía detenerse a mitad de camino y llevaba todo hasta el fin."
      Un placer tenerte por aquí, querida amiga, y mil bicos.

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  10. Me encanta encontrar en tí a una admiradora de César tan ardiente como yo. Pues sí, hay un restaurante que se llama "Pancrazio" en la plaza del Biscionte (junto a Campo di Fiori) que tiene en el sotano bóvedas del teatro de Pompeyo. Doy fe. Sé que hay en otros sitios, pero no he llegado a verlos nunca. En este, desde luego, pides pasar a verlo y te dejan bajar. Tienen allí mesas, pero nunca las he visto ocupadas. Me ha encantado este post. Un abrazo.

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  11. Querida Isabel, gracias por la información y no dudes que en la próxima ocasión que tenga me pasaré a verlo; estas aportaciones vuestras son siempre para mí valiosísimas y enriquecedoras por lo de experiencia personal que representan. A mí me encantaría ocupar alguna de esas mesas del sótano y degustar algún plato a la sombra de esas piedras milenarias. ¡Qué experiencia!
    Gracias, querida amiga, por estar ahí, por leerme, por valorar tan positivamente mi humilde blog y por proporcionarme la magnífica ocasión de compartir contigo lugares, momentos y personajes, como el gran Julio, de los nos sentimos profundamente enamoradas: todo un lujo y un placer.
    Mil biquiños gallegos.

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