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lunes, 30 de enero de 2012

EL RÍO TíBER: EL ALMA DE ROMA

Curso del río Tíber (agosto 2010)
Desde antiguo el curso del Tíber ha definido el paisaje urbano de Roma; cruzado por numerosos puentes, desde aquel “Ponte Sublicio”, de madera, construido por orden de  Anco Marcio,  el río ha articulado la vida de la ciudad y de sus ciudadanos en ambas orillas, confiriéndoles un carácter particular y estableciendo entre ciudad y río un vínculo indisoluble.
Podemos remontar los orígenes de Roma hasta el s. VIII a. C., una fecha que se ve  confirmada no sólo por la tradición, sino también por  las excavaciones arqueológicas. De hecho, en las colinas que rodean Roma existen restos de comunidades bien asentadas anteriores al s. VIII,  pequeñas aldeas de granjeros y pastores que habitaban sencillas chozas con techo de paja, del tipo encontrado en las excavaciones del Palatino. Es la posición especialmente favorable de esta colina la que  precisamente le permitió dominar a las demás; además se unía su doble estratégica localización: su situación cerca del recurso más vital y precioso, el río Tíber, navegable hasta Orto, y la imposibilidad de vadearlo hacia la isla Tiberina  por ningún otro sitio  practicable que no fuese por este. El control de esta zona ofrecía una ventaja indiscutible sobre cualquiera que, intentando alcanzar las ciudades etruscas del norte, viniese desde Campania; también por esta ruta la sal era transportada desde las marismas del sur del Tíber por los sabinos, y del término latino sal, salis, “sal”, deriva su nombre, la Via Salaria. De hecho, muchos historiadores vinculan este camino y el comercio de la sal con la fundación de Roma, confirmando así su importancia fundamental desde época prehistórica.
Cerca del río surgió seguramente el primer mercado de Roma, que pronto se transformaría en punto de reunión y núcleo de actividad comercial importantísimo y el puerto del Tíber, el Portus Tiberinus,  llegaría, con su enorme crecimiento, a definir incluso la vida de la ciudad. La zona situada entre el río y las colinas del Capitolio, el Aventino y el Palatino fue siempre muy importante; este área, que era una marisma, fue reclamada, según cuenta la tradición, por los reyes etruscos y es muy posible que los griegos utilizasen la zona en el s. VIII a. C., como parecen confirmar algunos descubrimientos.
El Tíber ha sido y es el alma de Roma;  hasta en el topónimo de la ciudad está implícito el espíritu del río. La etimología de “Roma” presenta todo un abanico de hipótesis, desde la que la relaciona con  una corrupción de Rumon, el primitivo nombre etrusco del Tíber, a la explicación “itálica”, según la cual procede de Ruma, que en osco significaría “ubre, mama” o “colina”, pasando por Roma o Rhome (con esta ortografía, derivada del vocablo griego que significa “fuerza”), nombre de una heroína que habría sido la epónima de la ciudad, según algunos una cautiva troyana o incluso esposa de Eneas Todas estas teorías cuentan con sus defensores y objetores, y para quien desee adentrarse en sus procelosas aguas dejo este interesante enlace:
Lo curioso es que estos tres posibles orígenes convergen en el mito: el héroe troyano Eneas, hijo de la divina Afrodita y, por tanto, del mismísimo Zeus, cuyos descendientes, los gemelos Rómulo y Remo,  fueron arrojados en una canasta al  río Tíber y milagrosamente recogidos por una loba recién parida que los amamantó.

Detalle de Rómulo y Remo (agosto 2010)
 También en esta leyenda desempeñan un papel muy importante las repentinas crecidas del río, bien conocidas y temidas por los romanos desde antiguo, y de las que ya nos habla Tito Livio en el libro I de su Ab urbe condita.  Cuenta el historiador que Ascanio, hijo de Eneas, fundó una ciudad, Alba Longa, al pie de las colinas Albanas; fue sucedido por su hijo Silvio y este sobrenombre de “Silvio” fue común a todos los reyes, cada uno de los cuales sucedió a su padre. A la muerte del último rey, Procas,  entre  sus dos hijos surgió una rivalidad tal que Amulio, inicialmente excluido del trono, expulsó a su hermano y se apoderó de la corona; bajo el pretexto de honrar a su sobrina Rea Silvia, la consagró como sacerdotisa Vestal dejándola sin posibilidad de descendencia. Violada por el dios Marte, Rea Silvia dio a luz gemelos, Rómulo y Remo, que fueron arrojados al río; una oportuna inundación impidió que la canasta con los niños, expuesta junto a una higuera, llegase al curso principal y quedase varada en tierra firme, donde una loba sedienta, atraída por el llanto de los niños, los lamió y los amamantó. Fueron entonces recogidos por un pastor, Fáustulo, quien se  los llevó a casa a su esposa Larentia para que los criara; y se dice que quizá a Larentia, a causa de su vida poco honesta, se hubiera puesto el nombre de “loba”, dando así origen a la maravillosa leyenda. De este modo la Loba se convirtió en el símbolo de Roma y una hermosa escultura del animal, de controvertida datación, con el añadido posterior de los gemelos, es exhibida con orgullo como una de las “joyas de la Corona” de los Museos Capitolinos.
Loba Capitolina (agosto 2010)
 Hoy en día el Tíber está canalizado, desde que a finales del s.XIX se le construyeron altos terraplenes para poner fin a los frecuentes desbordamientos, acabando así con un problema endémico. Varios emperadores, entre ellos, Augusto, Trajano y Aureliano, ya habían planeado y puesto en marcha diversas medidas para acabar con estas periódicas y devastadoras inundaciones del río cuyas caprichosas crecidas convertían algunas zonas en fangales insalubres infestados de mosquitos,  al arrastrar  lodos amarillentos que le dieron el pintoresco nombre de Biondo Tevere, el rubio Tíber.
Los antiguos romanos honraron al Tíber como a un dios; el poeta Virgilio lo describe en la Eneida como el Pater Tiberinus, que se presenta a Eneas  bajo la apariencia de un anciano y le exhorta a cumplir su alta misión. Es así como podemos verlo representado en la escultura que se conserva en el Louvre de París:
Hoy todavía podemos observar, con un poco de imaginación, la extensión fangosa, el estanque fluvial donde Fáustulo, el pastor,  habría recogido, al pie de la ficus Ruminalis, la higuera Ruminal, a los gemelos abandonados a su suerte,  después de haber sido rescatados y amamantados por una loba;  pero dejemos hablar al propio Tito Livio:

Ita velut defuncti regis imperio in proxima alluuie ubi nunc ficus Ruminalis est—Romularem vocatam ferunt—pueros exponunt. Vastae tum in his locis solitudines erant.
Ab urbe condita I, 4
San Giorgio in Velabro (agosto 2010)
Se trata un lugar próximo al Foro Boario, en la zona cruzada por un riachuelo llamado Velabro, cuyo cauce lograron los romanos domar y canalizar en tiempos de los antiguos reyes, en  donde hoy encontramos una de las más bellas iglesias de Roma, San Giorgio in Velabro, al amparo de las hordas de turistas. Sobre un antiguo “diaconado”, centro de distribución de comida se erigió esta iglesia dedicada primero  a San Sebastián,  y más tarde a San Jorge, mártir cristiano en Palestina en el siglo VII; pero es tan hermosa y está rodeada de tantas maravillas que merece que le dedique íntegra una próxima entrada.

Fachada de San Giorgio in Velabro (agosto 2010)
Es un auténtico placer pasear por este lugar haciendo el ejercicio mental de recrear la escena; es lo que tiene Roma, cualquiera de sus lugares es el espacio de un episodio legendario, como en este caso, o histórico. Conviene que el viajero interesado sepa ver con la imaginación más allá de lo que a simple vista parece ver con los ojos, porque el espíritu de esta ciudad se muestra tan sólo a quien pone el corazón en intentarlo.

jueves, 26 de enero de 2012

PREMIO 23E


Desde los magníficos blogs de mis amigos Viriato (La Guarida de Viriato), y Uriel (Saber Historia),  me ha llegado hace unos días el PREMIO 23E;  me ha llenado de orgullo, satisfacción y alegría recibir este galardón por el que quiero desde aquí expresarles mi enorme gratitud y mi deseo de entregarles también a ellos el premio.
Es costumbre que el blog premiado transmita esta distinción también a otros ocho blogs amigos pero a mí se me hacen pocos; por ello , como licencia poética, aumentaré el número. Citaré a algunos que ya lo han recibido  pero con quienes también a mí me hace mucha ilusión compartirlo;  y  añadiré otros que creo también merecedores de él  y, por ello, me produce una enorme ilusión  hacérselo llegar yo misma: 
  • Memoria Residual, al que yo consideraré siempre mi mentor y mi excelente amigo, Miguel Ángel.
  • Mujeres en la historia, el brillante blog que reivindica con orgullo el gran papel de las mujeres protagonistas de la Historia, de la mano de mi amiga Sandra.
  • EN CLASE, el gran trabajo diario que , con  gran dedicación y esfuerzo, lleva a cabo en el aula mi amiga Negrevernis.
  • ANTONIO MARTÍN ORTIZ/, el exquisito blog que escribe mi amigo y colega Antonio, compañero de fatigas en el mundo grecolatino; un ejercicio de “clásica” belleza.
  • Roma en el corazón, el maravilloso blog de Jesús Cámara, el mejor “Cicerone” de la Ciudad Eterna, un profundo  enamorado de Roma y su más entregado embajador.
A tod@s quiero, desde la magnífica ocasión que este premio me ofrece,  daros las gracias por darme la oportunidad de disfrutar vuestros espacios y por acogerme siempre con cálida hospitalidad.
Mil bicos.

lunes, 16 de enero de 2012

EL POLÍGRAFO DE LA ANTIGÜEDAD: LA BOCA DE LA VERDAD


Bocca della Verità

 Una de las mayores atracciones turísticas de Roma es, sin duda alguna, este primitivo “detector de mentiras” ante el que hordas de turistas hacen a diario colas interminables para sacarse una foto y, de paso, verificar la sinceridad del que se atreve a introducir su mano; como bien decía en su comentario el maestro Paco Hidalgo en la entrada que hice sobre la iglesia de Sta. María in Cosmedin a finales de diciembre:  ”Además,  suerte que los turistas se hacinan en la puerta para la foto en la boca de la veritá y no en el interior”. Y es que, desgraciadamente, para la mayoría,  el verdadero imán de esta maravillosa iglesia de Roma es el enigmático objeto emplazado en su pórtico a partir de 1637, año en que la pieza fue hallada en las proximidades; una vez hecha la foto, los turistas se introducen en la iglesia por la puerta de acceso situada allí mismo con el único afán de encontrar la de salida, ajenos a la belleza del interior y son  sólo unos pocos los que dedican tiempo a admirar la auténtica joya que es este templo. Bien es verdad que a este extraordinario  éxito de visitantes contribuyó decisivamente la película norteamericana  “Vacaciones en Roma”(1953)  donde una jovencísima Audrey Heburn, en el papel de una princesa extranjera  en visita oficial a la ciudad, que, cansada y aburrida de un agotador programa oficial de actos, decide escapar una noche de palacio para iniciar un periplo por la ciudad; el encuentro casual con un Gregory Peck, que interpreta a un periodista americano destacado en la ciudad y que se ve obligado a cubrir el histórico evento de la principesca visita, hará que la pareja visite algunos de los lugares más emblemáticos de Roma, entre  los cuales destaca el divertido momento de la Boca de la Verdad; dicen que Audrey Hepburn desconocía la historia del lugar y que Peck le gastó una broma, que tanto gustó al director, William Wilder, que no dudó en meter la escena en la película. Supongo que muchos conocerán la deliciosa película de la que hablo y también la escena en cuestión; para aquellos que no, dejo aquí el enlace:
El film se llevó tres premios Oscar, y uno de ellos para fue precisamente  para la actriz, que bordó como nadie su primer papel como protagonista y que demostró sus innatas cualidades para la interpretación; fotogramas de esta inolvidable  película aparecen reproducidos por toda Roma, confirmando el homenaje que Wilder quiso rendir a la ciudad, a la que convirtió, intencionadamente, en una protagonista más del film.
Pero veamos la historia de esta pieza que tantas visitas y visitantes atrae;  conocida como “Bocca della Verità”, Boca de la Verdad, se trata de un disco de mármol, de casi dos metros de diámetro  y cuyo nombre se debe a una leyenda popular que cuenta que la “Bocca” muerde la mano de los mentirosos. De difícil datación histórica, representa el rostro masculino  de un hombre o de un dios, barbado y con los ojos, la nariz y la boca perforados; entre las distintas hipótesis se apunta al dios Océano, o alguna divinidad marina o fluvial, a lo que apuntan en la parte superior del rostro una pinzas de cangrejo en el centro y la representación de un delfín a la izquierda. Otras teorías nos hablan de que es posible que la pieza represente la simbólica forma solar de Fauno, una divinidad itálica, identificada también con el dios Silvano, divinidad de selvas y bosques, y hasta con el dios griego Pan. Fauno era un dios solar de los campos y los rebaños, dotado de grandes poderes, desde el poder de generar y dar salud, hasta el de predecir el futuro, relacionado siempre con la naturaleza agreste de los bosques y el agua; conocido también como “Lupercus”, el que aleja a los lobos, en su honor se celebraba el 15 de febrero un ritual importante previo a las fiestas “lupercalia”.  En el curso de una procesión los sacerdotes lupercos, desnudos y  provistos de correas hechas con la piel de una cabra recién inmolada, azotaban a las mujeres que hallaban a su paso, en la creencia de volverlas fecundas.
Fauno, cuyo nombre “qui favet”, favorable, bienhechor,  recibió en Roma gran atención y a él le fueron dedicados varios templos y fiestas propiciatorias, las “faunalia”, en las que se sacrificaban un mastín y un macho cabrío, con ofrendas de vino y leche; se buscaba así que el dios propiciase buenas cosechas, buena caza y buena pesca y que alejase a los lobos de los ganados.  Bajo esta identificación se explicarían las pinzas de cangrejo como cuernos de cabra y su forma redonda constituiría un símbolo propiciatorio para la agricultura; igualmente se cree reconocer, a los lados de la cara, dos perfiles de cabezas de lobos y hasta testículos bajo la barba, como símbolo de fuerza viril y de generación.
Mucho se ha discutido también sobre su funcionalidad y utilidad; conocida a veces como “la alcantarilla más famosa del mundo”, se ha dicho que era una antigua pieza del pozo, como un registro o tapa de drenaje relacionado con la misma Cloaca Máxima, como el frontal de  una fuente, la cubierta de un pozo sagrado o un colector a agua; a esta última hipótesis habría contribuido el verso del poeta Propercio, en el libro II de sus “Elegías”, poema  XXXII:
“cum  subito Triton ore recondit  aquam” ("cuando de repente Tritón por la boca esconde el agua")
Las leyendas que circulan sobre la Boca de la Verdad  tratan de justificar el nombre de este curioso mascarón; en muchos casos nos hablan de maridos celosos que, haciendo que sus esposas metiesen la mano en la Boca, probaban  y comprobaban su fidelidad y ponían fin a sus dudas sobre posibles traiciones. Otras nos cuentan cómo en época medieval  los reos  juzgados por mentirosos y  hallados culpables eran obligados por los jueces a meter su mano en la Boca, tras la cual esperaban apostados verdugos que, de un tajo, se la cercenaban; se confirma así lo acertado de la sentencia.
Hoy en día acercarse a la Boca de la Verdad es cita obligada para cualquiera que visita la Ciudad Eterna, con el consiguiente testimonio gráfico del “yo estuve allí”; no faltan por todos  los tenderetes y puestos callejeros de venta de recuerdos mil y una representaciones de la “Bocca”, de dudoso gusto en muchas ocasiones, pero ante las que se hace difícil resistirse a comprar alguna; si a ello unimos la creencia de que la función de la Boca es alejar los maléficos sortilegios, exorcizar las influencias malignas, no podemos mostrar ningún reparo más para hacernos  con uno de estos “souvenirs”. Yo, lo reconozco, he cumplido con la tradición de introducir la mano (¡y hasta ahora no la he perdido!) y, de paso,  he sucumbido a la tentación, en más de una ocasión, de traerme alguno. Ya a la vuelta, colocado en una estantería, pierde su carácter “kitsch” y despliega su efecto evocador excitando constantemente, al contemplarlo, mi deseo de volver a Roma.

Mis souvenirs de la Bocca dell Verità (16 de enero 2012)

P.D. Quiero dedicar  esta entrada a mis alumnas y alumnos de 1º de bachillerato, con quienes esta misma mañana tuve la oportunidad de hablar de este tema al hilo de…un ejercicio de helenismos, porque yo siempre afirmo que en mis clases se entremezclan” lo humano y lo divino”, y con quienes espero en breve realizar la visitar y comprobar su “sinceridad”.