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domingo, 27 de noviembre de 2011

DE VIRGINIBUS VESTALIBUS

Estatua de Vestal (marzo 2011)

Como complemento a la entrada anterior sobre el templo de Vesta en Roma, me he decidido a publicar esta que tiene como protagonistas a las sacerdotisas dedicadas al culto de la diosa del hogar y el fuego; surge, además,  como respuesta  al interés suscitado sobre estas mujeres que  yo misma había dejado un poco de lado para  centrarme especialmente en la confusión creada en torno a los dos supuestos  templos de Vesta.  Justo será  profundizar en el carácter excepcional de este colegio sacerdotal,  el único  femenino en la antigua Roma,  que presenta elementos  curiosos y dignos de ser reseñados.
Tan antiguas como el culto de Vesta son las Vestales,  y el propio Tito Livio en su  Ab urbe condita 1, 3, 11, nos  narra que Rea Silvia, la madre de Rómulo y Remo, era  una Vestal:
Addit sceleri scelus: stirpem fratris virilem interemit, fratris filiae Reae Silviae per speciem honoris cum Vestalem eam legisset perpetua virginitate spem partus adimit.
(Amulio) añadió crimen sobre crimen: mató a los hijos varones de su hermano y a la hija de su hermano, habiéndola elegido como Vestal, con la apariencia de honrarla, la privó de la esperanza de dar a luz, obligándola a una perpetua virginidad.
Numa Pompilio, según Livio, sería quien  habría elegido a las Vestales, sacerdocio originario de Alba Longa, ciudad fundada por Iulo o Ascanio, hijo de Eneas:
virginesque Vestae legit, Alba oriundum sacerdotium et genti conditoris haud alienum ( Ab urbe condita, 1, 20, 2)
Eran seis y eran  elegidas por el pontífice máximo,  la cabeza religiosa del estado romano;  las muchachas seleccionadas eran propiamente  “arrebatadas”, porque el verbo  capere ,  el mismo usado en la designación de los pontífices y los augures, es el utilizado también  en la elección de las Vestales.  Una vez en el atrio de la diosa, sin menoscabo de derechos y sin emancipación alguna, las doncellas salían de la patria potestad, constituyéndose en ciudadanos  de pleno derecho,  y , aun siendo mujeres,  tenían facultad de hacer testamento.
Existían, no obstante, condiciones exigidas  para su elección:   se trataba de niñas  de  entre los seis y los diez años de edad, a las que  se les exigía no ser huérfanas ni  de padre ni de madre, ni presentar ningún defecto físico, como la tartamudez o la sordera;  sus padres debían tener su domicilio en Italia y  no podían haber vivido en la esclavitud, ni haber ejercido profesiones infamantes ni negocios sórdidos, entre los que se contaban los gladiadores, los maestros de gladiadores,  los dueños de burdeles, los miembros de sociedades de pompas fúnebres y hasta los pregoneros.
El principal deber de estas sacerdotisas era mantener siempre vivo el fuego sagrado de Vesta, que era renovado anualmente el  primer día del mes de marzo;  si por descuido  se apagaba antes,  era considerado como una desgracia nacional y  la culpable era fuertemente azotada como castigo. Se hacía necesario entonces encenderlo de nuevo frotando dos palos de árbol frutal o con la ayuda de un espejo y los rayos de sol sobre yesca u hojas secas.
De los treinta años que duraba su sacerdocio, los diez primeros se preparaban y formaban como novicias; en los diez siguientes, desempeñaban propiamente su función de sacerdotisas, quedando los diez últimos años dedicadas a enseñar a las más jovencitas; una vez pasado este tiempo eran libres  de dejar el sacerdocio y casarse, aunque muy pocas parecen haber sido las que optaron por un matrimonio tardío y la mayoría  de ellas siguieron fieles hasta la muerte al voto de castidad. Sobre todas ellas presidía  la Virgo Vestalis Maxima , la Vestal máxima.
Cuando una Vestal incumplía el voto de castidad era enterrada viva y las fuentes nos informan de que este hecho atroz era llevado a cabo con gran aparato; Plutarco nos describe que la Vestal condenada era conducida en litera, cubierta con cortinas, atada con correas, hasta el Foro, con gran tristeza y tribulación para todos los ciudadanos que acompañaban en silencio el cortejo, pues era terrible espectáculo para la ciudad. Llegados junto a la puerta Capena, donde bajo un largo y extenso túmulo de tierra se había habilitado un estrecho aposento subterráneo al que se accedía por una escalera, la litera se detenía y el pontífice máximo, entre oraciones, colocaba a la condenada, envuelta en espesos velos, al pie de la escalera que bajaba a la cámara, donde sólo había un lecho con cojines, una luz encendida y una escasa provisión de alimentos como agua, pan, miel y aceite. Cuando la Vestal  había descendido y llegado al fondo, retiraban la escalera y cerraban el aposento con mucha tierra, hasta que el piso estuviese al nivel del túmulo. ¿Y qué ocurría con los varones cómplices? Que eran azotados por el pontífice máximo  hasta la muerte.
Tan sólo a lo largo de mil años, desde  Numa  a Teodosio,  murieron así dieciocho Vestales, aunque otras  muchas que  fueron objeto de acusación lograron probar su inocencia, ¡ y hasta la mismísima Vesta tomó parte en la defensa de  la Vestl  Tucia, que,  acusada de incesto, probó su inocencia transportando agua del Tíber hasta el templo en una criba o cedazo!  A otras se encargó de defenderlas el propio Cicerón, como a  la Vestal Fabia, hermana de su esposa Terencia, a quien se acusaba de tener ilícitos amores con el conspirador  Catilina; su cuñado  consiguió para ella la absolución y la rehabilitación en el sacerdocio.
Las Vestales disfrutaban de privilegios de los que no gozaba ninguna otra mujer en Roma y se les tributaban  grandes honores, ya que eran consideradas hijas del Estado y hermanas de todos los ciudadanos romanos.  Vivían con gran lujo a expensas del  pueblo,  libres de la autoridad paterna y, como ya dijimos anteriormente, en virtud de  la ley Horacia eran las únicas mujeres que podían hacer testamento desde los primeros tiempos; por esta misma ley  podían intervenir como testigos en los juicios sin prestar juramento.
Salían al calle precedidas de lictores, igual que los magistrados,  y hasta los más altos les ceden el paso cuando las encuentran;  vestían de blanco tocadas con una diadema llamada “ínfula”; tenían el privilegio de ser conducidas en litera  y en vehículos de rueda y, si un reo conducido a muerte se topaba con ellas, quedaba absuelto si la Vestal juraba que había sido fortuito el encuentro.
En la celebración de los juegos públicos, se les reservaba una tribuna próxima al palco del emperador, y su veredicto era decisivo para que el gladiador vencido muriese o conservase la vida; sin embargo, a mí siempre me ha  parecido  un poco difícil conciliar su carácter grave y reservado con el ambiente furibundo y sangriento típico de estos espectáculos.  
Sobre el origen de las Vestales se han propuesto varias teorías:  para algunos se trataría de las hijas del rey;  para otros, de  cautivas en las luchas primitivas, una élite de mujeres prisioneras reservadas para un jefe, que sería el único con derecho a tocarlas, o consagradas al espíritu de la tribu y, por ello, inviolables. Hay casos legendarios  de Vestales fecundadas  de forma maravillosa por un falo salido del fuego o de entre las ceniza, y convertidas  por milagro en madres;  es  por ello que  en el atrio de  Vesta  se guardaba, entre las cosas sagradas, un falo, que en Roma quedó divinizado bajo el nombre de Mutinus Titinus o Mutunus Tutunus;  los  falos  eran considerados amuletos símbolos de fecundidad y  contra la mala suerte , pero. .. a esta historia  tan curiosa habrá que dedicarle otra entrada, sin duda, muy reveladora.
En resumen, las Vestales, elegidas entre las jóvenes principales de Roma, forzadas a guardar castidad sin previo consentimiento, dedicadas a servir el hogar de Vesta, cuidar y asear su templo, castigadas con dureza si incumplían sus obligaciones, gozaron, a cambio, de grandes privilegios; la pregunta queda en el aire: ¿compensarían  a estas mujeres los grandes  honores las pesadas  onera,  el  altísimo cargo las inmensas cargas que llevaba aparejado?

19 comentarios:

  1. Simplemente decir que esta entrada es tan fantás tica como las anteriores y muy reveladora.

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  2. Muy interesante, ademas como no has elogias ningún monumento de tu Roma se hace mas llevadero leerla jeje.
    Lo que mas ha llamado la atención es la defensa que hizo Cicerón de la Vestal Fabia, si la hubiesen condenado habrían matado a la latigazos a Catilina, su gran enemigo. ¿Una muestra de honradez?.

    Saludos

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  3. Queridiña Maribel, gracias por tu cariñoso comentario; me alegra que te haya gustado y que hayas encontrado en él datos curiosos.
    Mil bicos e unha aperta, amiga.

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  4. Querido Miguel Ángel, esta vez les ha tocado a las moradoras de un edificio y no al edificio en sí, llevas razón; espero que haya resultado interesante ver cómo vivían estas mujeres.
    Con respecto a la relación entre Catilina y Cicerón, habrá que profundizar más adelante en este turbulento asunto; por lo pronto supongo que le tocaba defender a su cuñada, no fuera a ser que Terencia resultase enemigo más temible que el propio Catilina, ¿o no?
    Gracias por tu visita y tu comentario, amigo.

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  5. Tan interesante y bonito tu artículo de hoy como horrorosa la forma de morir, enterradas vivas, de las vestales menos... virtuosas. Un abrazo profedegriego.

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  6. Qué historia tan interesante. Realmente a la pregunta que planteas al final creo que yo respondería que no pues cualquier decisión tomada sin la voluntad propia no debe ser buena. Antes unos privilegios tenía la horripilante amenaza de ser enterradas vivas! Un abrazo

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  7. Querida profe, yo pienso que compensarlas no, si tenemos en cuenta que los romanos eran muy dados a los placeres, les resultaría difícil a las pobres no caer en la tentación y más cuando ser sacerdotisa era algo impuesto y no elegido. Pero yo me pregunto por qué solo se le castigaba a ellas en caso de incumplir?.. El hombre se salía de rositas? pues vaya, eso sería injusto jeje
    Un abrazo enorme.

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  8. Querido Dlt, tienes razón al calificar de horrorosa esa forma de morir que buscaba el no derramamiento de sangre, ya que eran inviolables las Vestales, y una suerte de "aviso a navegantes" para cualquiera otra que tuviese en mente infringir la ley.
    Mil gracias por tu visita y tu comentario, amigo.

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  9. Mi querida Sandra, como te decía en tu entrada "Las once mil vírgenes. Sta. Úrsula de Colonia", ¡cuánta responsabilidad ha caído sobre el pobre himen a lo largo de toda la historia!
    Separadas de sus familias desde niñas, obligadas a un sacerdocio forzoso y bajo la amenaza de tan terribles castigos, se les negaba a las Vestales también el derecho al amor y al placer. ¡Triste jaula de oro, sin duda!
    Mil besiños, cara.

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  10. Querida Jolie, ¡qué alegría tu visita y tu comentario! Mis mejores deseos para ti y tu familia.
    Como le comentaba a Sandra, hasta el amor y el placer se les negaba a las pobres; en cuanto a ellos, por supuesto que eran castigados, azotados con rigor hasta la muerte por el pontífice máximo, así nos lo narran el historiador Tito Livio y Plinio.
    Mil besiños, Jolie, y un placer que te pases por aquí.

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  11. ¡¡Qué magnífica entrada!! ¡¡Maravillos complemento a la anterior!! ¡¡Qué decirte, ahora, si ya lo has dicho tú todo, amiga!! Tan sólo opinar que, teniendo en cuenta lo estricto de la sociedad romana, donde una simple esclava se veía con más libertad para salir (aunque sólo fuera a por agua a la fuente) que una ciudadana romana, los privilegios de estas vestales compensaban y mucho. Tan sólo se les exigía ser castas, y no estoy segura de que, a pesar de que no son muchos los testimonios de "rebeldes" que nos han llegado, las vírgenes no tuvieran reiterados deslices. Diría que usaban métedos anticonceptivos (o así los creían en la época) pero ahora describirlos resultaría irrisorio ya que todos están basados en la superstición.

    Un abrazo muy fuerte!

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  12. Interesantísima entrada, como siempre profedegriego. La pregunta que planteas al final es interesante, aunque difícil de responder. Se les otorgaban demasiados privilegios, pero a cambio de algo que no había elegido. De todas maneras coincido con C.G, tampoco estoy del todo seguro que las "vírgenes" no tuvieran sus deslices a escondidas, después de todo, las historias que mencionas de las "Vestales fecundadas de forma maravillosa" da mucho que pensar, jeje.
    Un Saludo.
    Uriel

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  13. Queridiña C. G. Aparicio, me alegra que esta entrada haya sabido complementar la anterior; y opino como tú, que probablemente las sacerdotisas supiesen burlar la prohibición y tuviesen sus amoríos, que para eso eran jóvenes y no de piedra!
    Al capítulo de anticonceptivos en el mundo antiguo habré de dedicarle alguna entrada más adelante porque, si bien algunos son cuando menos "curiosos" , otros se han revelado, en recientes estudios, de cierta eficacia.
    Mil cariñosos saludos, amiga.

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  14. Ja, ja, Uriel, tienes toda la razón, porque eso del "falo salido del fuego o las cenizas", fecundando a diestro y siniestro, había que ser muy ingenuo o inocente para creérselo. Pero ya sabes que el "deus ex machina", es decir, la intervención divina tan casual y oportuna, viene a resolver asuntos un tanto "espinosos" como estos.
    Mil besiños, amigo, y gracias por tus cumplidos.

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  15. Querida profedegriego, no me he podido resistir a escribirte este comentario y es que, leyendo la VIDA DE LOS 12 CÉSARES como estoy para hacer un trabajo, me acabo de encontrar con un pasaje donde se habla sobre el tema relacionado con el castigo a las vestales. En la VIDA DE DOMICIANO (8,3), se nos dice que "castigó los desórdenes sacrílegos de las vestales, que hasta su padre y su hermano habían pasado por alto, de diversas formas y con severidad,primero con la pena capital, y después según la antigua costumbre" (y le siguen a estas líneas otras en las que se citan algunos ejemplos de esos votos de castidad rotos y perdonados). Así, aquí tenemos una prueba de que durante años (se citan ahí dos reinados)la relajación para imponer estos castigos era evidente. Al parecer fue Domiciano el que volvió a regular las normas haciendo que las antiguas costumbres volvieran a revivir.

    Me ha parecido interesante incluir este comentario, que puede ser útil para complementar la información.

    Te dejo, amiga, y vuelvo a sumergirme en los años del Imperio Romano de la mano del "colega" Suetonio...

    Un abrazo!

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  16. Querida C. G. Aparicio, muchísimas gracias por tenerme "in mente" y por la aportación; vuestros comentarios siempre me ayudan a completar las entradas.
    Conocía por Plinio, "Epístolas" 4, 11, 4 ss. el episodio de la condena de Domiciano a una vestal máxima, Cornelia, realizada de modo monstruoso por tan indigno emperador, puesto que fue condenada ausente y sin escucharla; a las vestales, como a cualquier ciudadano, no se las podía condenar sino "convicta" y "confessa". Y Domiciano, de infausto recuerdo para los romanos, parece no ser el más "autorizado" para restablecer la moralidad de costumbres, como sucedió también con Caracalla, bajo cuyo gobierno también tuvieron lugar algunas ejecuciones más.
    Es muy interesante el trabajo de la profesora Eva Cantarella sobre el tema y que además se puede consultar en internet:
    http://books.google.es/books?id=h2WdZ_HJifwC&pg=PA129&lpg=PA129&dq=plinio+epistolas+4&source=bl&ots=Yq3bM5Wgzv&sig=KIRkF-EF2mblpV4VxniYTYUXOBo&hl=es&ei=KqLfTtq4DKPT4QSj8NzMBg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=7&ved=0CE4Q6AEwBg#v=onepage&q=plinio%20epistolas%204&f=false
    Un poco larga la dirección, pero muy reveladores los datos que aporta esta magnífica experta.
    Mil gracias, amiga, por tu estupenda información; recibe mil biquiños de mi parte.

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  17. Siempre es agradable ver cómo aún quedan personas que aman lo que hacen, que no trabajan sólo para ganar dinero, sino que les mueve algo mucho más fuerte: la vocación, mezcla de admiración y cariño... Te felicito por entrar en este mundo y, una vez más, por hacerlo de manera brillante.
    Sin duda es todo un orgullo haberte tenido entre mis maestras y un gran placer poder compartir "tu ciudad" durante unos días... Me has dado ganas de volver! ;)
    Un beso muy grande, tocaya.

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  18. Mi querida Elba, gracias de todo corazón por tus maravillosos elogios , pero soy yo quien tiene que agradecerte a ti y a los que habéis sido mis entrañables alumnos la oportunidad de haberos tenido ayer en el aula,y hoy entre mis amigos; es todo un orgullo como docente ver cómo con entusiasmo, vocación, esfuerzo y muchas horas de trabajo encauzáis vuestras prometedoras carreras, después de haber compartido con mis compañeros y conmigo esos años de instituto que, espero, recordéis siempre con cierta nostalgia. Vosotros, Elba, sois el motor de nuestro afán y si en algo yo he contribuido a vuestra formación como espíritus libres, me doy por muchísimo más que satisfecha; será siempre un honor haber compartido contigo clases, risas, alguna lágrima y un estupendo viaje a Roma que guardaré siempre con enorme cariño en mi memoria.
    A ti, Elba, alumna y amiga siempre, mis mejores deseos para el futuro, porque te los mereces; me alegro que este blog sea una manera más de mantenernos en contacto en la lejanía, pero siempre muy próximas en el corazón.
    Mil bicos para mi violonchelista favorita.

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  19. Amiga mía, Profesora de Griego,

    Muy sugerente tu comentario sobre el texto de Cicerón que acabo de publicar.

    http://antoniomartnortiz.blogspot.com.es/2012/04/los-oficios-considerados-viles-y.html#more

    Efectivamente, tú das un paso más, y trasladas a la actualidad cruda y nuda el problema que plantea Cicerón, que no lo es es para él, pero sí para nosotros, que ya no toleramos la existencia de esclavos, cosa que él, como la mayoría de los intelectuales de su época, digería sin el menor problema. Y es que los tiempos cambian, y, con los tiempos, las mentalidades. Al final, vamos a tener que reconocer que es válido universalmente aquello que, según Platón, en el Teeteto, decía Protágoras, de que El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son.

    Me vas a dar la licencia no buscar directamente en el Teeteto, y que cite de memoria, porque te será mucho más fácil a ti que a mí recordar el texto Griego, y recurrir a él, si lo considerases necesario. Además, como estamos de vacaciones, hay que tomarse alguna licencia en estos menesteres.

    Tras la información que me das de que habías tratado el tema de las Vestales,

    http://senoneveroebentrovato-profedegriego.blogspot.com.es/2011/11/de-virginibus-vestalibus.html


    me he trasladado a tu foro, y tengo que decirte que leído con sumo interés lo que nos dices sobre las Vestales. Es, en efecto, como siempre en ti, un texto muy pedagógico y muy interesante, y redactado de una forma adecuada para sus alumnos, hecho por una exquisita profesora, que sabe que éstos son la prioridad, convirtiendo la información que nos das en algo vivo y atractivo para quien desconoce, en uno u otro grado, la esencia de esa Institución femenina sagrada.

    Aunque, como es lógico, el texto no me haya aportado nada nuevo, he tenido, con su lectura, la oportunidad de refrescar ideas y de disfrutar de la clarividencia de quien explica de forma que el que lee se siente inmerso en la Realidad de lo explicado.

    Me felicitación desde aquí para ti y tu labor pedagógica, y mi admiración por tu persona, Querida Profesora.

    Te envío un gran abrazo.

    Antonio

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